De Max Aub tuve conocimiento cuando a mis veinte años compré su biografía sobre Jusep Torres Campalans, el pintor ficticio, amigo de Picasso, a quien mi débil memoria rebautizó como "Campanals", haciendo bailar las letras. Esta obra, de la que tanto aprendí sobre las vanguardias artísticas del siglo XX, hoy es ya uno de los iconos de mi biografía como lector. Pero no fue menor sorpresa saber, gracias a Carmen Valcárcel, que Max Aub había escrito este gran elogio al azar mediante un juego de cartas que convierte la lectura en puro juego de azar. La referencia a la novela "Rayuela", de Cortázar, es ineludible en este punto, pues el tiempo la ha convertido en el paradigma de la lectura sin orden ni concierto. Hace un par de años leí "Literati", de Barry McCrea, donde unos jóvenes se aventuran en lecturas azarosas que sirven para adivinar el futuro. Hay una tímida referencia a "Rayuela" y también a las viejas "sortes", o ciertas lecturas mágicas y azarosas que se hacían en la Antigüedad precisamente para adivinar el porvenir. En este sentido, Cortázar nos habla de un "Liber fulguralis", lo que nos hace pensar que la novedad lectora que implica el orden azaroso tiene ya referentes antiquísimos. También en la Antigüedad, la lectura de las "Noches áticas" de Aulo Gelio estaba encaminada al placer no tanto a adivinar como a aprender "ordine fortuito", es decir, por medio de una visión relajada del saber, frente a los ordenamientos más complejos, bien temáticos, bien alfabéticos. Ya hace tiempo que entré en el subyugante mundo de las relaciones entre las "Noches áticas" y "Rayuela". Ambos libros comparten ese orden fortuito y cierta servidumbre con respecto al soporte formal en que están escritos. El rollo, el formato tradicional del libro romano, con su estructura marcadamente lineal, no era, ciertamente, el mejor medio para esa lectura salteada de la que hablamos. Por su parte, el libro, heredero del códice, tampoco resultaba del todo satisfactorio para materializar el "Rayuelomatic", o la máquina soñada por Cortázar para poder leer satisfactoriamente su novela. Max Aub tuvo la genial y simple idea de editar su novela como un juego de cartas, y este hecho confiere a su lectura tanto la dimensión puramente lúdica como la posible dimensiñon mántica o adivinatoria que ya la Antigüedad vio en estas lecturas azarosas. FRANCISCO GARCÍA JURADO. HLGE.
Gelio, max aub, cortázar, o la lectura al azar como juego y adivinación
Publicado el 12 diciembre 2010 por FranciscogarciajuradoDe Max Aub tuve conocimiento cuando a mis veinte años compré su biografía sobre Jusep Torres Campalans, el pintor ficticio, amigo de Picasso, a quien mi débil memoria rebautizó como "Campanals", haciendo bailar las letras. Esta obra, de la que tanto aprendí sobre las vanguardias artísticas del siglo XX, hoy es ya uno de los iconos de mi biografía como lector. Pero no fue menor sorpresa saber, gracias a Carmen Valcárcel, que Max Aub había escrito este gran elogio al azar mediante un juego de cartas que convierte la lectura en puro juego de azar. La referencia a la novela "Rayuela", de Cortázar, es ineludible en este punto, pues el tiempo la ha convertido en el paradigma de la lectura sin orden ni concierto. Hace un par de años leí "Literati", de Barry McCrea, donde unos jóvenes se aventuran en lecturas azarosas que sirven para adivinar el futuro. Hay una tímida referencia a "Rayuela" y también a las viejas "sortes", o ciertas lecturas mágicas y azarosas que se hacían en la Antigüedad precisamente para adivinar el porvenir. En este sentido, Cortázar nos habla de un "Liber fulguralis", lo que nos hace pensar que la novedad lectora que implica el orden azaroso tiene ya referentes antiquísimos. También en la Antigüedad, la lectura de las "Noches áticas" de Aulo Gelio estaba encaminada al placer no tanto a adivinar como a aprender "ordine fortuito", es decir, por medio de una visión relajada del saber, frente a los ordenamientos más complejos, bien temáticos, bien alfabéticos. Ya hace tiempo que entré en el subyugante mundo de las relaciones entre las "Noches áticas" y "Rayuela". Ambos libros comparten ese orden fortuito y cierta servidumbre con respecto al soporte formal en que están escritos. El rollo, el formato tradicional del libro romano, con su estructura marcadamente lineal, no era, ciertamente, el mejor medio para esa lectura salteada de la que hablamos. Por su parte, el libro, heredero del códice, tampoco resultaba del todo satisfactorio para materializar el "Rayuelomatic", o la máquina soñada por Cortázar para poder leer satisfactoriamente su novela. Max Aub tuvo la genial y simple idea de editar su novela como un juego de cartas, y este hecho confiere a su lectura tanto la dimensión puramente lúdica como la posible dimensiñon mántica o adivinatoria que ya la Antigüedad vio en estas lecturas azarosas. FRANCISCO GARCÍA JURADO. HLGE.