Supongo que ahora much@s estaréis echando cuentas a ver cuantos años puedo tener, pero recordad que a una mujer no se le pregunta la edad y eso que yo nunca la he escondido, pero fíjate ahora me apetece jugar, y lo único que diré que también pertenezco a esa generación que se etiquetó de babyboom.
El autor:
En los últimos tiempos le han llovido ofertas para cambiar de empresa, se puede decir que es el hombre del momento, y lo viene siendo desde hace cuatro años. No se si se animará a escribir más libros pero si lo hace espero que tengan el mismo tono desenfadado que este y nos haga pasar buenos ratos.
Argumento
¿Se pueden resumir los recuerdos?, ¿se puede acotar toda una generación, en este libro de forma desenfadada, irónica y un tanto nostálgica? Javi Nieves nos invita a hacer un viaje a nuestra infancia, adolescencia y primera juventud, una época que marcó quienes somos hoy, que seguramente tuvo sus defectos, pero que recordamos con cariño y seguramente una sonrisa.
Impresiones
El otro día revolviendo cajas que tengo en el altillo en las que guardo libros y otros enseres del pasado encontré una en la que había guardado todas las cintas de cassette de mi adolescencia, allí estaba Ricky Astley ( no recuerdo si se escribe así), Europe, La guardia, Hombres G, y unos cuantos más, pensaba que hacía tiempo que las había tirado porque ya no me queda ningún reproductor para este tipo de cintas, y sin embargo me hizo ilusión encontrarme con ellas, supongo que parte de la culpa la tiene este libro que hoy me ocupa.
El autor divide el libro en 10 partes y en cada una de ellas va desgranando parte de su infancia, de la de aquellos que tenemos treinta y muchos, y cuarenta y tantos y porque no casi los cincuenta... porque si algo tiene esta generación es que se mantuvo muchisimo en el tiempo, y no necesitaba de reformas cada legislatura, y es que mi hijo ya lleva en ciernes tres reformas educativas, cada cual más nefasta para su educación, hasta el punto en que ya no se en que piensan los políticos.
En el colegio.
Así se titula la primera parte y solo darnos un paseo por ella nos damos cuenta de cuan distinto era de lo que nuestros hijos viven hoy, yo me lo he pasado genial sumergiendome en ese epigrafe, me hizo recordar a mis profesores, que en realidad tenían la mano un poco suelta y esos anillos de castigo que se terminaban estrellando contra la cocorota de aquel que osara llevarle la contraria a la profesora. He disfrutado con recordando los libros que usábamos y como no las carpetas que forrábamos con nuestros cantantes favoritos o con viñetas de Mafalda, es lo que tiene el ir a un colegio de religiosas te censuraban hasta el cantante de turno. Los patios esos momento de libertad vigilada, en la que una simple bola de papel de aluminio hacía nuestras delicias.
Algunas cosas que recuerda Javi Nieves se parecen a las que yo recuerdo, otras salvan la distancia de vivir en una capital o en un pueblo y el ir a una escuela pública o concertada, porque en mi época estas ultimas no eran mixtas, o eran de chicos, o de chicas y yo ando un poco pez en cuanto a juegos masculinos se trata y con ello no quiero decir que no haya jugado a churro, porque niñas bastas también las hay y retar a la autoridad era muy divertido. ¡¡¡Viva la madre superiora!!! Ahora que no me puedo llevar ninguna colleja...
Cosas de casa
Los niños de nuestra generación teníamos obligaciones en casa y pocos derechos, poner la mesa, bajar la basura, hacerle los recados a mama, y sobre todo hacer de mando a distancia, siiiiiiii porque yo soy de la época en la que la televisión se veía en blanco y negro porque pocas personas se podían permitir una en color, y solo había dos cadenas... así nos evitabamos los jaleos que hay hoy en la mayoría de las casas donde es imposible llegar a un consenso.
Con una sonrisa he recordado como era mi casa de pequeña, muy distinta de lo que son ahora, la reina de las sala de estar era la mesa camilla, una mesa redonda con faldones y tarima, en las tardes de invierno era delicia cubrirse con las faldas y que el brasero el nuestro natural, encendido por mi abuela bien temprano, caldeaba esa estancia. Como soy del levante los cuadros de caza en mi casa al menos se sustituian por marinas, o por cuadros en los que el agua tenía mucho protagonismo.
Quizás lo que más me ha llamado la atención es como hemos evolucinado los niños de entonces hoy convertidos en padres, en aquella época un maestro era una autoridad y si te había cruzado la cara, te había dado un coscorrón, te había echado de clase o te había abochornado delante de toda la escuela, un padre no osaba en desautorizarle delante de su hijo y su cantinela no pasaba de un seguro que te lo merecías, aunque bajo mano y siempre en secreto fuera a hablar con el maestro/a de turno. Hoy si los chicos son insolentes mucho más lo son sus padres, no tienen respeto hacía la figura del docente y por ese motivo poco le transmiten a sus vástagos.
También nos regala un recorrido por nuestras meriendas, por lo que nos traían los reyes magos, tan distinto de lo que suelen cargar hoy, como era nuestra comunión, los remedios de la abuela y lo que tomamos cuando estábamos enfermos.
Las gamberradas
Cuando nos reunimos los amigos nos sorprendemos con las batallitas de cuando eramos niños, y yo siempre digo chissssssss en voz más baja chicos que como se enteren los bichejos vamos a perder autoridad, y es que niños hemos sido todos y traviesos ni te cuento, sin embargo en aquel entonces no teníamos maldad y nos conformábamos con explotar bombas fétidas, que al final terminabamos sufriendo en nuestras propias carnes.
Tampoco en el cole eramos angelitos pero en aquella época volaban los borradores, y el asa era de madera, esquivarlo era toda una proeza, pero si habías escapado a él seguro que se estrellaba contra tu cabeza el anillo capón, yo todavía no lo he olvidado, o copiábamos cientos de veces la frase que el profesor creía oportuna.
En casa también temíamos los castigos, cada padre era un mundo sin embargo cuando poníamos en común los de la semana o el mes descubríamos que todos estaban cortados con el mismo patrón, bueno los había más bestias que todo lo arreglaban con el cinturón, pero los que más te dejaban sin salir un mes, sin postre, o te castigaban a hacer tareas domésticas...
Todo el día en la calle
Esto es lo que más echo de menos en la infancia de mis hijos, nosotros también teníamos nuestras clases de inglés, nuestros deportes, nuestros repasos de aquella asignatura que flojeara y un montón de deberes, pero el resto del tiempo lo pasábamos en la calle, jugando al aire libre, en grupo, compartiamos juegos, unos más inofensivos y otros más bruscos, pero había camaradería, comíamos chuches, mis preferidos los paloduz y las regalices, pero también los chicles y en verano los polos, ahhhhhhhhhhh y se me olvidan los chupachus de Koyak, con tristeza he podido constatar que ya no saben igual, ni las regalices tampoco.
No teníamos nintendo, ni ordenadores, ni consolas, pero a nuestra manera creo que eramos más felices que los niños de hoy y sobre todo más sociables, no nos aburríamos, siempre se nos ocurría un juego nuevo, una travesura y las calles eran nuestras complices.
Ocio y aficiones
Los niños de la generación EGB, al menos los de los primeros años no teníamos tecnología, todo lo más un reloj casio que solíamos recibir por nuestra comunión, pero en aquella época se empezaron a gestar las primeras videoconsolas, también llegaron los primeros vídeos que eran muy grandes y muy caros, los primeros ordenadores que también eran enormes, pero claro como todo lo que cuesta dinero y no se les ve una utilidad inmediata tarda en llegar a todos los hogares.
Tampoco teníamos móvil, eramos la generación del fijo, en mi caso del prefijo 964, como no teníamos muchas diversiones el cine se convertía en una distracción más, y veamos todo lo que se nos ponía por delante pero la cosa se ponía fea con el rombo y medio y con los dos rombos. Lo que me he podido reír con las diez películas de la EGB y no menos con las frases rescatadas del cine, me ha sorprendido acordarme de todas.
Y los cromos ese sacadinero impresionante que nos tenía cautivados, y eso que los primeros no tenían pegatina y había que usar el pegamento, que entonces recuerdo que no era de barra y pringaba muchisimo a parte de oler superfuerte. Reconozco que llegado a este punto no me suenan todos los albumes, pero si todas las revistas que menciona yo era de Superpop, pero también del Vale.
Nuestros juguetes
Hay cosas que nunca cambian y es la ilusión con la que los niños esperan la llegada de los reyes magos, en aquella época no nos bombardeaban con tantos catálogos y nos divertiamos ante los escaparates de las jugueterías si fuera por nosotros nos lo hubieran envuelto todo, porque todo nos lo pedíamos, lo niños de hoy marcan el catalogo entero, ¿hay diferencias? creo que no, pero si es verdad que en aquella época no siempre recibíamos de sus majestades lo que pedíamos y que en todos los hogares caían regalos que no sabías muy bien si eran para ti o para tus padres, como el scalectrix o algunos modelos de muñecas, recuerdo a los pelones que le hacían más ilusión a mi madre que a mis hermanas y a mí.
Algunos juegos de mesa se mantienen en la actualidad, les han lavada la cara y a funcionar, como el cluedo, el risk, el monopoly, el scrable o intelect, el pictionary... Chicos y chicas teníamos nuestro muñecos y a veces estos se complementaban como el novio de la barbie, y de la nancy.
Aquella música
Posiblemente la música es lo que recuerdo con más cariño de aquella época, triunfaba Parchis con sus canciones pegadizas, al que pronto le salió una competencia con el grupo Regaliz que nos hacía bailar a ritmo de rock y por si eso fuera poco Enrique y Ana igual nos hacían reír con sus canciones que se ponían melancólicos.
En aquella época la música circulaba por toda la casa, así que sufríamos a nuestros padres, con Juan Pardo y Perales entre otros y la de nuestros hermanos mayores, yo en este caso mis primas que ponían a todo trapo los Chichos o Los Pecos.
Cuando dimos el estirón, dejamos a los grupos infantiles para sumergirnos de lleno en los 40 principales, y en el arte del grabar cintas directamente desde la radio, con lo que hablaban los locutores de radioformula, las cintas tenían muchas vidas y para alargarla las rebobinabamos con el boligrafo, por aquello de que no se quedaran bagas ni nudos, y también porque las pilas nos duraran un poquito más. Yo nunca tuve un walkman a mi madre le parecía poco provechoso, en su lugar teníamos varios radio casetes y llego el de dos pletinas que gustazo grabar cintas con aquel superaparato.
Los gustos evolucionaron y nos subimos al carro de Barón Rojo, aunque mi madre no me dejó ni por un momento adoptar la vestimenta, eran los años de la movida y en el plano internacional Madonna y Michael Jackson eran los reyes, pero compartian escenario con los Simply red, Duran Duran y las exhuberantes Sabrina y Samantha Fox con su par de poderosas razones. En nuestras fronteras la bola de cristal nos traía a la movida y a mi me gustaba Hombres G, Gabinete Caligary, Loquillo, Los Inhumanos que ponían ambiente en las fiestas patronales, Olé Olé, Complices, Nacha POp, La Guardia, había tanto donde elegir.
La musica evolucionaba rapidisimo y los discotecoteros se apuntaron a las rutas del bakalao con protagonismo de los disjockeis como Chimo Bayo cuyas canciones sonaban hasta fuera de ese ambiente.
La televisión
En aquella época tenía miga, y predicamento, lo que decía iba a misa, y todo eso con solo dos canales, y con una programación que se repetía de forma cíclica, las mismas películas cada navidad, y cada semana santa. Luego llegaron las otras cadenas, pero a mi ya me pillo algo crecidita, y no es que no me importara, pero en mi casa los mayores imponían sus programas, cuan distinto es hoy en mi familia en la que nos sabemos los dibujos y series juveniles de memoria.
Me ha hecho ilusión volver a pasearme por Barrio Sésamo y reencontrarme con Espinete, y con Yupi que nos ha dejado una frase que muchos siguen utilizando, "estar en los mundos de Yupi". Los niños nos íbamos a la cama cuando la tele nos lo mandaba, primero la familia telerín, y después Casimiro que no se si pretendía bajarnos las revoluciones o ponernos a cien, en mi casa se armaba la revolución cuando el muchachote se quitaba los calcetines a ritmo de rock.
Había programas muermos que solo se los tragaban nuestros padres entre ellos La Clave y concursos que compartiamos toda la familia como el 1, 2, 3, otros que solo nos gustaban a los niños como Aventura 92 o la Ruta Quetzal de Miguel de la Cuadra Salcedo. Y el humor era patrimonio también de toda la familia, Pedro Ruiz se convirtió en un asiduo, luego llego Eloy Arenas, Cruz y Raya y con la llegada de nuevas cadena el desembarcó de locuras varias como las mamachicho.
Aparecieron los primeros realitys y yo el que más recuerdo es Quién sabe dónde, y como no los primeros programas de música que después proliferaron como setas, Gente Joven, Tocata, Rockopop, La quinta marcha y como no programas educativos, recuerdo con mucho cariño a Petete. Me he sentido realmente identificada con los diez programas de nuestra generación y estoy totalmente de acuerdo con la selección, pero tendrás que descubrirlos tú.
Como no podía ser menos hace un recorrido por las series que nos marcaron y también hace una selección de diez, creo que no habrá ninguno que no recuerde Verano azul y no haya llorado con la muerte de Chanquete, no se si eramos de lágrima fácil o es que nos traumatizaban con tanta muerte y desaparición.
Cómics y libros
En este capitulo me he sentido en mis anchas porque soy lectora desde que tenía unos ocho años nunca he sido mucho de cómics pero estos también han estado en mis manos y me he reído con Zipi y Zape, con Pepe Gotera y Otilio, Mortadelo y Filemon, los que no me han gustado nunca han sido los de terror.
En todas las estanterías había libros de la editorial Barco de Vapor, y también había espacio para las aventuras de Los Cinco y de los Siete, los clásicos como Cinco Semanas en Globo, Robinson Crusoe, El principito, Las aventuras de Tom Sawyer, la ropa se heredaba y los libros también, así acaban los pobres.
La ropa y los complementos.
Ser la mayor de cinco hermanas algún privilegio tenía que tener, en mi caso yo estrenaba la ropa y mis hermanas la heredaban. Nos movíamos por modas, unos más que otros, yo reconozco que siempre fui un poco por libre, supongo que por aquello de que ya vestía de uniforme entre semana, los fines de semana me gustaba un poco ir a mi bola y no ponerme el mismo uniforme que toda la gente, triunfaban los vaqueros nevados, los plumas bicolor que nos ponían unos músculos imponentes, las camisetas Damart Termolactyl para combatir el frío y las gafas de sol Ray-Ban.
Nos colgábamos de los relojes los chinitos de la suerte, vestíamos nuestras libretas con los famosos toys o con las caritas acids, en zapatillas dos marcas se disputaban el mercado Nike y Reebok. Nos vestíamos con la ropa que nuestras madres nos preparaban, y nos gustara o no había que acatar. Hay modas que han vuelto y otras que no se han terminado nunca de ir, sin embargo cuando miramos fotos de ayer solemos exclamar ¡Cómo me pude poner eso! que se hace extensible al peinado y los complementos.
Conclusión
Cualquier tiempo pasado no fue mejor, sin embargo complace realizar un viaje por nuestra infancia e ir creciendo de la mano de Javi Nieves. A nadie le amarga un dulce y sonreír mirando al pasado es quizás un buen ejercicio para explicarnos muchos de los comportamientos que tenemos hoy. Yo sigo utilizando expresiones que aprendí en el colegio, o con mis compañeros de juegos, a veces intento rebobinar el cd, y sigo llamando al telefonillo, a veces me sorprendo instando a mis hijos a que se tomen rápido el zumo por aquello de que las vitaminas cogen la moto y se las pelan.
Me he reído y he recordado, y si es verdad que cualquier tiempo pasado no fue mejor, tampoco fue peor, hay cosas que me da lástima que mis hijos no puedan disfrutar como esas tardes en la calle y de la complicidad de las pandillas...
Si perteneces a la generación EGB, seguro que pasas un rato entretenido con este libro.