Llevó Dios todos sus proyectos a la práctica. Separó tinieblas, abismó precipicios, reglamentó mares, encauzó ríos, puso simientes y en abierta expresión, dejó volar las aves.
En el sexto día todo era bueno y salió a caminar. Llegado el mediodía el sudor perlaba su frente. Hizo Dios un alto en el camino para mirar el intenso azulear del día y se limpió el sudor con el dorso de su mano. Dos gotas cayeron y formaron lodo con el polvo del camino.
De una de ellas nació un hombre bello y absolutamente blanco.
Mas se sentía vacío, y viendo Dios que no se llenaba, preguntó:
-¿Y la mujer?
Le contestó el hombre: -Llegará tarde, Señor. Se fue de compras porque no tenía nada que ponerse.
Texto: Alma Phillip