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Ernst Kretschmer (1888-1964), médico psiquiatra y neurólogo alemán, estudió la relación entre el carácter y la constitución corporal, y realizó estudios detallados que fueron publicados en varios libros.
En «Hombres geniales» Kretschmer expone sobre la psicología de los genios, y formula la hipótesis de que muchos de los más notables filósofos, teólogos y fundadores de religiones son leptosomas–esquizotímicos, contrariamente a los naturalistas, los médicos y los experimentalistas de las ciencias naturales, que generalmente son pícnicos-ciclotímicos.
La hipótesis de Kretschmer la confirman la característica de personalidad de varios hombres eminentes en filosofía, como Descartes, Locke, Spinoza, Kant, Shopenhauer, Hegel y Nietsche, que fueron tipos leptosomas puros o casi puros.
Con respecto a los fundadores de religiones, la excepción es Martin Lutero, que era pícnico y no leptosoma-esquizotímico, pero se puede advertir que a diferencia de Calvino, que sí era leptosoma, Lutero tuvo la misión de atenuar los aspectos más formales de la religión y de enfatizar los valores más terrenales, rasgos característicos de los ciclotímicos.
En cuanto a los genios de la literatura, la mayoría de los novelistas realistas, humoristas o costumbristas, son pícnicos, como Balzac, Zola, Keller y Dickens, que son buenos ejemplos. En tanto que los escritores críticos o sarcásticos como Votaire, Heine, Shaw y también los poetas líricos, que muestran no poder adaptarse a la realidad, son leptosomas, como Shakespeare, Tasso, Schiller, Strindberg, Hölderlin y otros, que fueron grandes dramaturgos que proyectaban en sus obras sus conflictos internos.
En la política, Kretschmer estudia detalladamente a dos personalidades de la revolución francesa; el pícnico Mirabeu y el leptosoma Robespierre; cuyas teorías son un ejemplo de sus actos y de sus rasgos de carácter.
En cuanto a la personalidad de los grandes monarcas, amantes del lujo y el placer, son principalmente pícnicos, mientras los grandes conquistadores como Alejandro Magno o Julio César, serían generalmente leptosomas; con excepción de Napoleón que no lo era. Para Kretschmer, Napoleón no era tampoco pícnico sino displástico.
Kretschmer no subestima el valor de la experiencia en la formación del carácter y en la genialidad de las obras de los grandes hombres, pero desea demostrar que además, esas obras son la evidencia de la influencia de la constitución y del temperamento en la formación de la personalidad, la conducta y el desarrollo intelectual.