El pabellón internacional del aeropuerto estaba lleno de gente:
De padres que venían a despedir a sus hijos,
de hijos que venían a despedir a sus padres,
de madres que venían a despedir a sus falos,
de objetos de deseo que venían a despedir a los sujetos deseantes,
de paranoicos que venían a ver si alguien había venido a despedirlos,
de fóbicos que no se atrevían a subir al avión pero llegaban hasta el aeropuerto,
de obsesivos que debían tomar el avión la semana siguiente pero ya estaban allí por las dudas,
de histéricas que tenían muchas ganas de viajar pero hacían como que no les importaba,
de esquizoides que estaban en el avión y en la sala de embarque al mismo tiempo,
de pacientes que venían a despedir a sus analistas,
de analistas que venían a despedir a sus pacientes,
de analistas que venían a ver si conseguían algún paciente nuevo entre los pasajeros que arribaban; en fin, toda gente común.
Rudy.