Título original: Gente en sitios Director: Juan Cavestany Guión: Juan Cavestany Fotografía: Juan Cavestany Interpretes: Maribel Verdú, Adriana Ugarte, Alberto San Juan, Antonio de la Torre, Santiago Segura, Coque Malla, Ernesto Alterio, Javier Gutiérrez, Carlos Areces, Irene Escolar, Julián Villagrán, Raúl Arévalo, Roberto Álamo, Eva Llorach, Eduard Fernández, Javier Botet, Tristán Ulloa, Diego Martín Distribuidora: Cameo Fecha de estreno: 20/12/2013
En cierto de momento de Dispongo de barcos, los personajes huían. Huían en busca de un lugar utópico, dónde les aceptaran por quienes pretendían ser y no por quién realmente eran. Esa frase, tan demoledora, como la imagen de Antonio de la Torre, buscando desesperadamente alguien que fuera capaz de decirle quién era él, formaban un retrato minucioso y certero de una sociedad que vive sin conocerse a sí misma. Así, Cavestany hablaba de un mundo en el que la gente no tiene tiempo de pararse a comunicarse, que simplemente se limita a aceptar el papel que le han asignado en la sociedad, y entiende que ser ellos mismos es algo que no está socialmente aprobado. Gente en sitios nace directamente de ese espíritu, en cierto momento de la película se dice que nos hemos hominizado, pero no humanizado. Estamos en un punto en el que hombre ha olvidado por completo lo que supone ser un ser humano, es simplemente un hombre que deambula, haciendo todo aquello que le han enseñado hacer. Y corre verdadero peligro cuando se le olvida, porque pierde el derecho a seguir viviendo, algo que el realizador muestra claramente de manera jocosa con esos seres que han olvidado cómo se anda, cómo se bebe o cómo se duerme. Funciones tan vitales para vivir como el pensamiento impuesto de cómo se debe actuar.
Gente en sitios recuerda inevitablemente a Tiovivo c.1950 de José Luis Garci, cómo hacía Garci, es como un pequeño cuadro pintado a pinceladas, pequeñas historias que conectan desde la emoción producida por cada uno de sus segmentos. Pero este relato caleidoscópico es muy distinto al de Garci, el autor madrileño miraba hacia aquella época que fue niño, con la mirada de un adulto con nostalgia, con verdadero amor a ese carrusel de emociones. Cavestany mira a la sociedad con verdadero desprecio, como si fuera incapaz de entender la actuación del ser humano y le quisiera echar en cara cada uno de sus actos. Así forma una película que se divide en pequeñas células, inteligentemente montadas, que van desde el puro surrealismo, al humor más absurdo salido del universo chanante o al drama desgarrador, siempre aprovechando la utilización de metáforas para señalar todo aquello de lo que quiere hablar. Pero midiendo a la perfección también en un trabajo minuciosamente montado, en qué punto se encuentra la película y sabiendo pasar de la risa a la emoción de manera inteligente, no dejando que todo parezca esparcido al azar.