Cuando pienso en George Barbier el primer adjetivo que me viene a la mente es elegancia, y junto con él, conceptos como armonía, exquisitez, sofisticación, equilibrio de formas y colores, gracia, y magia. Porque Barbier era un mago del Art Déco. Murió en París, corriendo el año 1932, a los 49 de edad, dejando tras de sí una gran producción, siempre en la vanguardia de la época. Formaba parte de un círculo de artistas que la revista Vogue llamó Los Caballeros del Brazalete, por el elegante y poco ortodoxo estilo que sus miembros observaban en costumbres y atavíos Barbier creó diseños para el vestuario del ballet ruso, con el gran Nijinsky en cabecera de cartel, para el Folies Bergére, junto al mítico Erté, hizo colaboraciones regulares en la revista L'Illustration, trabajó con el joyero Cartier, ilustró textos de Baudelaire, Théophile Gautier, Alfred de Musset y Paul Verlaine entre otros.
George Barbier nació en la localidad francesa de Nantes, el otoño de 1882. No se conoce mucho de su vida privada, pero su obra como pintor, diseñador de moda y de vestuario escénico, joyería, vidrio y papel pintado, y sobre todo su legado como ilustrador de la corriente Art Déco es bien conocido y ensalzado.
Le fascinaban los vasos griegos, las miniaturas indias, el arte oriental, los dibujos de Aubrey Beardsley y las pinturas de Léon Bakst, dos revolucionarios del arte en su época.