George Cuckor le comentó en su momento a Peter Bogdanovich que en muchas ocasiones había tenido que trabajar con actores y actrices que estaban muy bien en las primeras tomas, pero que a medida que repetían su trabajo perdía frescura y sutileza. Decía: "Eso es otra cosa que hay que saber: dónde está el punto de los actores. Spencer Tracy juraba que después de tres o cuatro tomas, ya no podía mejorar, si tenía que hacer más, se le llevaban los demonios. Garbo pensaba que encontraba su punto después de hacer cinco tomas. A partir de entonces, empezaba a afectarle. Algunos actores mejoran y les gusta seguir, se relajan y van cada vez a más. Hace años que no trabajo con Katharine Hepburn, pero a ella le encantaba repetir. De hecho, en su primera película había una escena en la que se tenía que comer unos huevos revueltos, y no sé cuántas veces pudimos repetirla; unas veinticinco. Y cada vez tenía que volver a comer los huevos. Le puedo decir que, posiblemente, no volvió a mirar un huevo revuelto en su vida".