Georgeos Díaz-Montexano – EL ENIGMA DE LAS ESCULTURAS DE RIOTINTO… Acerca de las misteriosas cabezas pétreas de Río Tinto, Huelva

Por Georgeosdiazmontexano @GeorgeosDiaz

Georgeos Díaz-Montexano – EL ENIGMA DE LAS ESCULTURAS DE RIOTINTO… Acerca de las misteriosas cabezas pétreas de Río Tinto, Huelva 10 de agosto de 2013

Posted by Georgeos Díaz-Montexano in Antiguas Civilizaciones, Artículos, Noticias, Tartesos, Tartessos, Tartessus.
Tags: bustos, cabezas, Cordoba, esculturas, Manuel Marquez Triguero, Museo de Torre Campo, paleoantropoides, PRASA, Tarteso, Tartesos, Tartessos, Tartessus
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EL ENIGMA DE LAS ESCULTURAS DE RIOTINTO…

Acerca de las misteriosas cabezas pétreas de Río Tinto, Huelva 

 

El artículo publicado en Tartessos.info, firmado por la periodista Luisa Alba, salió publicado en Año Cero en el 2001 (http://www.facebook.com/note.php?note_id=10150254190310529). Gran parte de la información partió de una entrevista que me hizo la misma Luisa Alba, aunque después unos extraños errores de edición -aún inexplicados- terminaron mezclando las opiniones de casi todo el mundo, poniéndose en mi boca cosas de otros, y viceversa. Por ejemplo, se omitió el hecho (y se le adjudicó a otro) que fui yo el primero que hizo un estudio de las cabezas y el primero que publicó sobre ellas todas esas mismas conclusiones que Luisa Alba explica en el artículo (menos lo de los extraterrestres como cualquiera puede verificar en mis publicaciones originales del año 97), y que muchos después han seguido repitiendo, igualmente sin mencionarme ni de pasada siquiera.

A estas alturas ya me he resignado a todo estos extraños errores que “casualmente” al único que ningunean y restan o arrebatan méritos propios es siempre a mi, ya que mis méritos fueron adjudicados a otros que ni pajolera idea tenían del tema, y que por lo que sé jamás protestaron ni hicieron nada porque se rectificara tales adjudicaciones de méritos ajenos… En fin…

El estudio me fue encargado justamente en 1996 por quien en aquél entonces era el director del Museo, D. Esteban Márquez Triguero, gran amigo mío, y una bellísima persona, al que espero Dios tenga en su gloria (hace ya algunos años que falleció). Nada más él adquirió las piezas me pidió que las estudiara y le diera mi opinión. Mi conclusión fue que la mayoría -por suerte las más importantes y reveladoras- eran totalmente auténticas. Todo esto, antes de que se encargara el análisis de la pátina a la Universidad de Granada, el cual no hizo más que confirmar mis conclusiones y lo que yo ya había publicado sobre las mismas en la revista “ArkeoHistoria” y en algunas notas de prensa.

Más tarde, estoy casi seguro que le colaron algunas falsificaciones, algunos oportunistas que se aprovecharon de que él estaba muy interesado en rescatar todas las cabezas que habían aparecido en el Cerro Salomón, en Río Tinto, en la década de los 70. Esto sucedió justo después que salieron mis artículos publicados. Algunas personas empezaron a ofrecerles supuestos hallazgos similares, claro, previo pago de cantidades de dinero algo elevadas, que el buen hombre, amante de nuestra Historia pasada, y de nuestro patrimonio, consciente de que el estado jamás pagaría ni un euro por tales evidencias, por tal de rescatar la piezas las compró si apenas miramientos.

En aquellos momentos yo me encontraba en Egipto y cuando regresé y las vi, rápidamente noté que algunas eran sin lugar a dudas una malas imitaciones muy recientes, sin apenas pátina, copiadas de algunas de las que justamente habían salido publicadas. Lo cual se verificó después (en dos casos) porque se terminó consiguiendo la confesión de uno de los implicados en el fraude de estas dos cabezas de las últimas adquiridas por Márquez Triguero…

Pero bueno -insisto- la mayoría, las más importantes, son auténticas. Es decir, fabricadas como mínimo hacia finales de la Edad del Bronce, ya que por paralelismos con otros hallazgos similares que he localizado en otros lugares de Iberia misma, y del Mediterráneo (como en Sicilia, por ejemplo), no me convencen sean de más de 10.000 años como algunos aún prefieren seguir creyendo sin más base que mi propia identificación de caracteres paleoantropoides (hominoideos) en algunas de las cabezas, tal y como publiqué desde mi primer informe.