¿Qué pequeño ciclomotor de manillar cromado en el fondo del patio?, de Georges Perec (Ed. Alpha Decay, 2009, traducción de Marisol Arbués y Hermes Salceda con la colaboración de Mercé Burrel).
Georges Perec es uno de los escritores más reveladores de la segunda mitad del siglo XX, y su legado todavía depara algunas sorpresas, como esta novelita gamberra, lingüística y política que es ¿Qué pequeño ciclomotor de manillar cromado en el fondo del patio?, inédita hasta ahora en español.
El argumento (¿qué significa esta palabra para el autor de Especies de espacios?) se reduce a un grupo de amigos que vive en París en la época gaullista, en el momento en que sucede la guerra de Independencia de Argelia (1954-1962), que pretendía librarse de la represión y colonización francesa (algo que llevaba ocurriendo desde nada menos que 1830). Entre ellos se encuentra Karamanlis (también conocido como Karatoro, Karagüevo, Karagandhi, Karapaleto y de muchas otras maneras) que es llamado para ir a la guerra de Argelia, sin embargo, él no quiere participar en ella e intenta buscar la manera de librarse, pidiendo a sus amigos que le rompan un brazo. Pero los amigos de Karalelepípedo, aunque quieren ayudarlo, son conscientes del riesgo que conlleva lesionarlo, como ser perseguidos por la justicia.Destacan ante todo dos aspectos muy comunes en Perec; el humor y el juego (y su imbricación). En la comicidad, en la narratividad llena de giros y repeticiones, en los neologismos, en el ritmo marcado, pareciera que el autor de La vida instrucciones de uso quisiera emular a Witold Gombrowicz (si hubiera un escritor que pudiera acercarse al empleo del lenguaje renovador del polaco, ese es precisamente Perec, por cierto, y aunque sea una bagatela, también de origen polaco). La novelita de Perec puede tomarse como una provocación (porque lo es), pero también como una proclama política antibelicista (porque también lo es), así como por una obra lúdica desde el propio plano de la lengua y su uso llevado al límite de la parodia y el humor. La escritura de Perec está llena de matices, de significados sutiles, como en su obra W o el recuerdo de la infancia, donde resulta imprescindible para la comprensión de la historia que se cuenta el componente autobiográfico del autor, así como los entresijos de la 2ª Guerra Mundial y las consecuencias que tuvo no solo en Europa, sino en su propia familia. Por ello, nada es obvio y la lectura atenta será recompensada.La traducción, que en este caso adquiere una realidad aparte como hecho literario, dada la complejidad y riesgo que conlleva su ejecución es fluida y fresca, lo que se agradece ante un texto original escrito en un francés extraño, con vulgarismos, anacronismos, neologismos, es decir, un texto perecquiano al máximo. No olvidemos que el autor de La vida instrucciones de uso escribió una novela sin la letra “e” (que en español fue adaptada sin la letra “a”), después añadió un contrapunto con un relato empleando solo esta misma vocal, y siempre buscó extender al máximo el espacio narrativo, tanto a nivel lingüístico como narratológico y demostró ser un autor malabarista y juguetón así como "serio" al más puro estilo Flaubert o Kafka, dos de sus máximas influencias.Podríamos pensar que Perec, en su faceta más gamberra y experimental, escribe una novela con la excusa de jugar con el lenguaje, como dice el narrador: “y diréis vosotros que pa qué escribo si no tengo ni idea: cuando uno quiere escribir, hay que tener lo que hay que tener: vocabulario”. Y no le falta razón, pero se trata de otra broma perecquiana, porque el trasfondo es serio y hasta real, con una Francia presidida por De Gaulle que luchaba contra Argelia después de 120 años de que el país galo invadiera el país africano (poca gente sabe que, por ejemplo, murieron solamente en París entre 100 y 200 argelinos en manifestaciones a manos de la policía, y que todavía hay gente hoy día que recuerda ver cadáveres flotando en las aguas del río Sena). En este sentido, Perec es doblemente rebelde, uniendo los planos de la forma y el contenido de manera sugerente y divertida.Y por si fuera poco, Perec da otra vuelta de tuerca a su peculiar manejo de la lengua y de la estructura novelesca y aprovecha para gastarnos otra broma al recoger al final de la novelita un “Índice de las flores y los ornamentos retóricos y, más exactamente, de las metábolas y las parataxis que el autor cree haber encontrado en el texto que se acaba de leer”.(Reseña publicada originariamente en www.deriva.org en 2009 y retocada ligeramente).