Mi mente ya previsualiza con aromas florales un edén de azaleas, romero, jazmines, petunias, naranjos, olmos centenarios, rosaledas, plantas tropicales y árboles oriundos de todos los puntos del globo terráqueo.Para mi sorpresa, me encuentro en una especie de sotobosque forestal con pretensiones de jardín botánico.
Hay que hacer un esfuerzo ímprobo para catalogarlo como tal. Es prácticamente imposible encontrar un mísero cartel informativo que nos diga qué estamos viendo.
Este lugar, que alberga más de 3000 plantas protegidas por la Unesco, fue en su día un bosque, y es actualmente el de mayor extensión de toda la zona caucasiana.
Dado que caminamos como ciegos por el bosque, que esto no es un jardín botánico, insisto, sin tener la más mínima noción de lo que estamos viendo, no hay información de ningún tipo, está todo el bosque en plena "reconstrucción", me dejo llevar por el encanto de la naturaleza, paseando por entre el verdor circundante.
Lo que sí hay aquí, como en todos los bosques, que no en los jardines botánicos, son senderos y una enorme cascada salvaje. Desde aquí, reparo en la colosal estatua plateada de Kartlis Deda o "Madre Georgia".
Viene enfundada esta soberana con el traje típico georgiano, que parece relumbrar desde la cima de lacolina Sololaki.Y de colina en colina, sobre la colina de Elia, perdón por tanta redundancia cacofónica, en el distrito de Avlabari, llego a la fascinante Holy Trinity Cathedral Tbilisi, o popularmente llamada como Catedral Sameba, que significa "trinidad".
Es una sensación casi sedante y mollar la que macera mi ánimo cuando deambulo por este área diáfano y espacioso. Encuentro fácilmente uvas en los frisos decorativos, es una simbología típica de la arquitectura georgiana.
La catedral alberga en su interior fantásticos frescos que reclaman mi atención. No desmerece el precioso entorno, donde se halla la residencia del patriarca de este sacro lugar. Me conturba y apena pensar en las palabras que recita Domenika:
"En época de stalinismo y leninismo quisieron demoler las iglesias, pues tanto Lenin como Stalin repudiaban sin ambages la religión y, como acérrimos iconoclastas, así erradicar toda manifestación de culto religioso".