Gerardo Deniz.Sobre las íes. Antología personal.Presentación de Fernando FernándezBiblioteca de la Cátedra del Exilio.Fondo de Cultura Económica. Madrid, 2016.
Mil olvidos y dos recuerdos me bastan para armarla.
El olvido se perdona, pues cumplía entonces yo dos años:
hablo del churro de mi desayuno tempranero.
Así comienza Patria, el poema que escribió en sus últimos años Gerardo Deniz, seudónimo de Juan Almela Castell (Madrid, 1934 - Ciudad de México, 2014) para evocar el único y ya entonces lejano viaje a España en 1992, tras más de medio siglo en México, a donde llegó con seis años como un hijo del exilio tras la guerra civil.
Ese largo poema cierra el volumen Sobre las íes, la antología personal de Gerardo Deniz que publica la Biblioteca de la Cátedra del Exilio del Fondo de Cultura Económica.
A pesar de aquel viaje esporádico, a pesar de que uno de sus libros –Fosa escéptica- se editó en España, a pesar de que en México tuvo cierta relevancia desde que lo descubrió Octavio Paz a mediados de los sesenta, Deniz es un poeta casi desconocido en nuestro país.
Y eso justifica una edición como esta, que además de ofrecer -en palabras de Fernando Fernández en la presentación de este volumen- “una muestra seleccionada por él mismo de una parte de lo mejor de su poesía, representa una oportunidad para que su obra sea por fin divulgada y apreciada por los lectores españoles (e hispanoamericanos): una aportación literaria y humana que enriquece de manera singular nuestra visión del exilio español del siglo XX.”
Para esa selección, que finalmente no fue publicada porque se la ofreció a un editor español al que no le interesó, pero que debía ser su carta de presentación en España, el autor reordenó sus textos más representativos, los que se recogen aquí, con un criterio distinto del cronológico. Los agrupó en cuatro secciones –Amor y Oxidente, Picos pardos, Mundonuevos y Además- que componen una amplia antología de poemas atravesados por la impronta personal de su mirada intransferible, por la intensidad de su palabra desbordada y densa, por la vitalidad libre de versos cómo éstos, de Falenas:
Y en los vasos empañados un gusto distante como en frío crisol del alba. Qué afán incurable de hojas secas en las luces, ahí arriba,
de antifaces marcados con polen y ceniza
de otra lumbre. Del susurro a las pausas, toda la noche
un quehacer inacabable —jirones cobrizos, zozobra rumbo a las grandes lluvias
siempre posibles.
Dijera el día
en qué cortezas o sinsabores,
en qué ciudades hindúes devoradas hace siglos por la selva
son a las alas oscuras clemencia los derroches del sol egoísta, y al rumor
medida cierta este lance de espadas que empieza.
(Noctuelles)
Entre Adrede (1970) y Cuatronarices (Bothrops asper), de 2005, estos textos explosivos, asombrosos e inclasificables son una inmejorable ocasión de conocer la poesía densa y exigente de un poeta que, como señaló David Huerta, no se parece a ningún otro.
Un poeta que remata su poema Patria con estos dos versos que cierran también esta antología:
Escribí por ahí que mi infancia no fue feliz, pero sí interesante.Ahora entiendo que así fue toda mi vida.
Santos Domínguez