Anteayer vi y oí por televisión a Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la patronal CEOE, arrodillarse ante el Apóstol Santiago para pedirle por “todos los empresarios” y, naturalmente, por él, como “uno más”, recurriendo a la ayuda divina para superar la crisis. Y me dije: mala señal, cuando el primero de los empresarios se postra al suelo para pedir auxilio. Señal inequívoca de que es incapaz de solventar por sí mismo la crisis y problemas que hunden a nuestro empresariado. Cuando el presidente empresarial con varias de compañías en graves apuros, pide que los españoles mantengan “una actitud de sumar y no de restar”, que nuestro grano de trigo “germine y podamos aliviar así la situación de tantas familias que se encuentran en dificultades”, y solicita ayuda celestial para poner sus “talentos al servicio de los que no tienen”, apañados estamos.
Y más cuando este capitán de empresarios navega si rumbo fijo, afirmando no tener “ni idea” sobre si Viajes Marsans y pagando una habitación en el hotel Ritz al propietario de Fincas Corral, Josep Xicola, una de las personas que se interesó por la compra de sus empresas. En declaraciones a los medios, tras participar en la Misa del Peregrino en al Catedral de Santiago y hacer una invocación al Apóstol, Díaz Ferrán afirmaba que en los dos “últimos meses” se acercaron “cientos de personas interesadas en Air Comet y Viajes Marsans”, pero, puntualizó, aún no hemos hecho nada ni se ha cerrado “ninguna venta”.
Díaz Ferrán destacó que la “misión” de los empresarios es “crear riqueza y empleo, contribuyendo al bienestar de los ciudadanos”. Y pidió que, en momentos de crisis como los actuales, los empresarios pongan sus talentos “al servicio de los que menos tienen, de los parados, de los de los jóvenes que no pueden acceder a un empleo, de quienes han sufrido el cierre de sus empresas, de los que no regatean esfuerzos para mantenerlas, de todos aquellos que lo han perdido todo”. La CEOE, dijo, es “la representación de la gran familia de los empresarios españoles”, cuya función primordial es “aunar criterios, identificar problemas y adelantar soluciones”.
El arzobispo de Santiago, Julián Barrio, tomó el símil para afirmar que “efectivamente la empresa hay que considerarla como una familia”. Y añadió que “muchos problemas” podrían ser solucionados si estuviese “siempre presente la realidad de la persona”. Y mientras, en la catedral, repleta de peregrinos, se lanzaba al aire el botafumeiro, llenándolo todo de incienso divino, monseñor Julián Barrio, aprovechaba la presencia de Díaz Ferrán y Antonio Fontenla, de la patronal gallega, para recordarles que “las empresas son como las familias”, en las que debe primar “el bien común, más allá de los beneficios del empresario”. Pero tampoco el arzobispo parecía conocer el secreto para derrotar el paro y la crisis, aunque advirtió que “por encima de las preocupaciones económicas y técnicas, las empresas deben orientarse por preocupaciones morales”, porque “de las decisiones” que tomen éstas “saldrán beneficiadas o perjudicadas las personas”.
Mientras tanto, en Barcelona, unos 50 trabajadores de Viajes Marsans se concentraban para criticar y protestar por la situación de “incertidumbre” que vive la plantilla. Y, hoy y mañana, trabajadores de este grupo se manifiestan ante la sede de la CEOE, en Madrid, para exigir al presidente de la patronal y propietario de la compañía “garantías que aseguren la viabilidad de la empresa, el mantenimiento de los puestos de trabajo y los salarios. En este caso, ni hay patrones arrodillados, ni reyes magos que valgan, ni arzobispos apoyándolos, ni botafumeiros danzando.