Gestiona mejor tu vida: evaluación

Por Elgachupas

Foto por somegeekintn (via Flickr)

(Este artículo forma parte de la serie Gestiona mejor tu vida. No te pierdas el resto.)

Artículo original escrito por Jero Sánchez. Sígueme en Twitter.

Después de los 6 giros anteriores, por fin llegamos al último. Hasta ahora hemos visto cómo desarrollar los mejores hábitos productivos. Cuando uno empieza a aplicar distintas recetas productivas, lo único seguro es una cosa: no todo funciona igual de bien para todo el mundo. ¿Cómo saber si lo que estás haciendo te está funcionando? ¡Exacto! Mediante la evaluación. Debemos aprender a observarnos de forma serena pero antenta, para descubrir qué hemos hecho bien yqué no tan bien.

La evaluación también es importante porque nuestro entorno siempre está cambiando, lo que afecta a la forma en que trabajamos y el modo en que ponemos en práctica los giros. Además, uno nunca deja de aprender sobre productividad, y es casi seguro que continuarás probando cosas nuevas con el paso del tiempo. Así que no perdamos más tiempo y veamos cómo evaluarnos.

1. Doble evaluación. La evaluación debe llevarse a cabo a dos niveles. Por un lado, determinar si somos productivos en el día a día, es decir, es necesario realizar una evaluación diaria en la que nos preguntemos si hemos cumplido nuestros objetivos para el día, qué hemos hecho bien y en qué hemos fallado. Por otro lado, es necesario evaluar de forma regular si nuestro método y herramientas están funcionando como esperamos, con el objetivo de introducir cambios y mejoras si es necesario.

2. Conclusión, acción, mejora. Una vez autoevaluados, debemos ir más allá. La evaluación sólo tiene sentido si sacamos conclusiones y definimos acciones para mejorar lo que no funciona. No importa lo bien que lo hayas hecho: es imposible pasar una evaluación sin haber encontrado al menos un punto de mejora. Aprovecha el tiempo empleado en la evaluación decidiendo qué es lo que vas a cambiar/mejorar y ¡hazlo! Eso sí, ten cuidado de no intentar varios cambios al mismo tiempo. Siempre intenta una cosa a la vez, y a ser posible, que no supongan cambios drásticos.

3. Sé honesto pero benévolo. La evaluación es un ejercicio para ayudarte a mejorar, no para castigarte. No tengas miedo a ser honesto contigo mismo –nadie más va a saber el resultado–, aprende a conocerte mejor, y encontrarás remedios efectivos para luchar contra tus errores. Engañarte a ti mismo y flagelarte por los errores es tirar a la basura el tiempo empleado a la evaluación.

4. Celebra tus éxitos. Y si la evaluación debe servir para encontrar los errores y plantearnos soluciones, también es importante felicitarnos, darnos pequeños lujos, cada vez que hagamos algo bien. El camino de la productividad es difícil y accidentado, así que tenemos todo el derecho del mundo a celebrar cuando conseguimos un éxito.

5. El ejercicio de evaluación. Una buena evaluación debe tener 4 características. Tiene que ser al final del día, tiene que hacerse rápido –no más de 5 minutos–, de forma regular –todos los días–, y relajadamente –preferiblemente en un lugar tranquilo de casa, con ropa cómoda y, si quieres, con música ambiental. En la evaluación no se trata de mover papeles, tachar tareas o estructurar ideas. Simplemente debes hacer una introspección de cómo ha ido el día y tomar nota mental de las cosas que has hecho bien y felicitarte por ello. También de las que no han ido como esperabas, por qué han sucedido –honestamente–, y qué acciones que vas a tomar para remediarlo –esto último quizá si convenga que lo escribas ;-)