Gestos

Por Dolega @blogdedolega

Sé que estas preocupado.

No es porque tus modales últimamente no sean tan pausados y caribeños como siempre. No es porque estés inquieto en la cama. No es porque estés dispuesto de discutir con facilidad.

Después de treinta años somos dos territorios que han ido perdiendo poco a poco sus fronteras y han mezclado hasta el infinito sus esencias. Somos una mezcla de gustos, opiniones, defectos y virtudes construida con retazos de los dos.

Cualquier alteración por pequeña que sea es procesada por nuestro ecosistema como señal de alarma, por eso sé que estas preocupado por la forma en que me tomas de la mano cuando vamos andando por la calle.

Me coges de la mano más fuerte que de costumbre, queriendo dar confianza, ánimo y a la vez buscando apoyo, energía. Tus dedos fuertes le dicen a los míos que estas aquí, que no hay que tener miedo, que saldremos de ésta y de todas las que vengan, como siempre.

Mis dedos, más pequeños pero firmes, se arrebujan dentro de los tuyos y le dicen llenos de optimismo que no pasa nada, que todo irá bien, que ya hemos escalado las montañas de la enfermedad, hemos luchado contra el fuego, hemos vencido a la injuria y la mentira, le hemos hecho frente a la pobreza, hemos superado la depresión y le hemos visto la cara a la muerte, así que tenemos escuela suficiente para afrontar lo que venga.

La palma de tu mano se pega fuertemente a la mía y le dice que su dueña está loca, que siempre ha estado loca y mi palma acaricia a la tuya de manera sensual y coqueta y le responde que ya sabes lo que dice tu dueño, la vida con ésta es cualquier cosa menos aburrida.

Y así caminando juntos, cada uno a lo suyo, que parece que vamos en nuestro propio e individual mundo, nuestras manos mantienen la más importante de las conversaciones.

Es producto de los años. Ya no hace falta hablar.

Es un tenue gesto quién lo hace.