Título original:Ghoulies IVGénero:
Duración:País:
Dirección:Jim WynorskiGuión:Mark Sevi
Intérpretes:Peter LiapisBarbara Alyn WoodsStacie RandallBobby Di Cicco
Música:Chuck Cirino
Jonathan Graves, el chaval protagonista de la primera entrega de esta saga, es ahora un policía de Los Angeles. Después de los sucesos de su juventud en los que coqueteó con la magia negra y el ocultismo, una especie de lado oscuro de Jonathan pretende cruzar desde el más allá y para ello recurrirá a Alexandra. En uno de los rituales para invocar a dicha entidad demoníaca, dos ghoulies se colarán en nuestro mundo...
Cuarta y última entrega hasta la fecha de la saga de los pequeños demonios de otra dimensión que se iniciara en 1985 con la película titulada Ghoulies, y cuyas aventuras continuaron en Ghoulies II (1987) y Ghoulies III (1991). En una saga en la que sólo las dos primeras partes tienen algo de sentido, esta cuarta entrega es el súmmum de la cutrez y supone un verdadero fiasco cinematográfico, un atentado al mundo del cine, un bodrio infumable, un film infame y sin sentido y, como diría mi media naranja, "una mierda como una catedral"...
Con un guión deplorable, que perfectamente podía haber firmado un mono sentado frente a una máquina de escribir, y lleno de situaciones esperpénticas y sin pies ni cabeza, Ghoulies IV es un despropósito de principio a fin. A ello tenemos que añadir un paupérrimo reparto a nivel interpretativo, en el que todos actúan como si fuesen amateurs. Destaca Peter Liapis repitiendo como Jonathan Graves, al igual que hiciera en la primera parte de la saga, aunque aquí aparece con un saco de kilos de más.
Además, en esta historia los ghoulies dejan de ser marionetas para pasar a ser dos enanos con vestuario harapiento y sendas caretas de goma del todo a cien, en una caracterización que es fácilmente superable por cualquiera que tenga dos dedos de frente y un mínimo de habilidad con las manualidades. De verdad, merece la pena ser testigos de semejante falta de respeto a la historia del maquillaje y de los efectos especiales.
Poco más que añadir. Huid de ella como de la peste o, si os atreveís, acercaos a este montón de guano como ejercicio para tener claro como NO hay que hacer una película.