Gibraltar ha sido durante un par de siglos, un asunto bastante peliagudo. Como todos sabéis, el Peñón es una roca que domina el estrecho que, mira tú por donde, controla el paso de barcos de uno y otro lado del Mediterráneo y que fué ocupada por Inglaterra tras el tratado de Utrech en el siglo XVIII. Durante los años de hierro del franquismo fue usado como banderín de enganche de todo tipo de nacionalismos. Hasta había patrtióticas canciones sobre el Peñón, etc. A mí todo eso me trae al fresco. Vamos, que me da igual. Además, no sé a qué viene tanta movida, por ejemplo, Inglaterra ocupa las islas del canal de la Mancha que controlan todo lo que se mueve en Normandía, y todavía no he oido un solo francés quejarse y pensar que es una ofensa patria, etc:
De hecho, cuando estás en Barneville (y yo he tenido que ir muchas veces por asuntos de curro), se ve mucho mejor Jersey enfrente de lo que se ve Gibraltar de, digamos, Sotogrande. Pero en fin, que aprovechando que estaba por la zona, he decidido echar un vistazo en directo.
Gibraltar, es eso, un peñón y poco más. Para entrar hay que atravesar la pista del aeropuerto a pié, en bicicleta, en coche o lo que sea. Pero ¡cuidado gurriatos! si va a aterrizar un avión, no se puede pasar
Para eso hay un semáforo que te indica si puedes o no:
Cuando el avión aterriza, pues vale. Pista libre.
Vuestro bloguero favorito (bueno, no sé si a partir de ahora dejaré de serlo) recomienda alquilar un taxi nada más pasar la frontera. Taxi que te lleva a visitar las cosas más dignas de ver sin tener que escangurriarte subiendo cuestas ni machacándote a pie. Cierto que hay un teleférico que sube hasta la punta, pero luego te quedan unos diez kilómetros a pié.
El chófer, un simpático hindú, nos llevó por estrechas carreterillas por las que solo cabe un coche pero que, eso sí, son de dos direcciones. Como dijo él: no se preocupen, hago este recorrido cuatro veces por día.
La vista es la repera:
Algo de lo que yo no tenía ni noción (por favor, si algún malageño lee esto, que desconecte). Hay una caverna dentro del buche del peñón que no tiene nada que envidiar a las cuevas de Nerja. Vale, malagueños, ya pueden abrir los ojos.
Bueno, pues aparte esas cosas, la vista, la caverna, los monos (no os impecientéis, hablaré de los monos enseguidita), Gibraltar no es más que una calle, the Main Street, donde, esos sí, hay un par de pubs ingleses, y una plaza.
Vale, os cuento lo de los monos: andan sueltos por la calle, aunque se encuentran más a gusto en lo alto del peñón, pero en fin, ahí están:
Nos dijo el chófer que se mantiene el número total a unos doscientos monos. Todos están controlados por las autoridades (no sé si tienen otra cosa que hacer, las autoridades). Pero bueno, se les ve tranquilos. Aquí este colega está pidiéndole al chófer algo de comer. Sin duda se conocían. Pero no me digáis que el
En Gibraltar, se conduce por la derecha, como (tomen nota mis amigotes nacionalistas) en el resto de España.
Sus vetustos cañones están, obviamente, apuntado a España. Como dijio el chófer: "Spain is the enemy" (juas juas, pues no se nota). De hecho se oye hablar más español en todos los bares y comercios de Gibraltar que en toda la Costa del Sol.
De la misma época de los cañones, deben ser las casamatas que hay en el lado español, en la Línea:
Por cierto, en los años sesenta contaban el chiste de "¿En qué se parece Gibraltar a la minifalda?...en que un poco más arriba está la Línea de la Concepción" Chorrada impune y lamentable.
Como ya he dicho, se oye hablar más español en Gibraltar que en, por ejemplo, Puerto Duquesa, a unos cuarenta kilómetros al Este:
Todos los gibraltareños con pasta se han comprado un apartamento en la zona. Cosa que no me extraña, porque El Peñón es absolutamente claustrofóbico. No hay monos en Puerto Duquesa, pero hay unas garzas reales magníficas:
Bueno, mis amigos, ya os he dado una buena brasa. Pero, en fin, este blog no sería tan aburrido como es sin un poco de música y una recomendación gastronómica.
Como música, os dejo con unos jovencísimos Simon y Garfunkel cantando "I am a rock". ¿Por qué esa canción? porque a lo tonto, a lo tonto, siempre me hizo pensar en Gibraltar, por eso de la roca, la soledad, el aislamiento, el rechazo a todo el mundo exterior:
Y como recomendación gastronómica, visto que en Gibraltar no había nada que mereciera la pena. os recomiendo esta churrería en el Puerto Deportivo de Etepona
Nunca como churros, me empatanan el estómago con la grasuza, pero esta madre y su hija hacen unos churros magníficos, en serio (y no son solo para adultos, pese a lo que diga el servilletero):
Venga amigotes un abrazote. Y no sus enfadís