He aquí el séptimo trabajo de Kenny Rogers, un álbum conceptual de unos 35 minutos de duración cuyas canciones giran en torno a un cowboy de Texas llamado Gideon Tanner. El personaje es ficticio, pero no así su nombre: Tanner fue, a principios del siglo XX, uno de los pioneros del fiddle. Todo el disco fue escrito por Ken Carnes –a la que luego escucharemos acompañando a Kenny– y su marido, David Ellington; y vio la luz bajo el paraguas de United Artists.
El disco de abre con Gideon Tanner precedido de Goin’ Home to the Rock. El cowboy ya ha muerto, por lo que el resto del disco será una retrospectiva vital narrada desde su punto de vista: “Algunos dicen que fui un buen hombre, algunos no están de acuerdo”.
Ahora viene el que fue el único single del disco, Don’t Fall in Love with a Dreamer. Aquí Kenny Rogers canta a dúo con Ken Carmes. Gideon Tanner está con una mujer, a la que advierte: “No te enamores de un soñador”.
El título de The Buckeroos es una corrupción de la palabra española “vaquero”, que se utiliza en inglés como slang para cowboy. Tras pasar 45 días en las montañas, Gideon entra con sus socios en un bar dispuesto a divertirse: “No nos echéis tan pronto, no nos vamos a ir hasta que tengamos una sonrisa en la cara y todo el lugar sea amigo nuestro”.
En You Were a Good Friend el protagonista hace un elogio de su mejor amigo, al que acaba de ver morir.
A la altura de Somebody Help Me, Tanner ya se encuentra malherido y pide que alguien lo ayude.
Sayin’ Goodbye no salió como single, pero fue la cara B del éxito de Rogers Love the World Away. Aquí, el protagonista se despide ya del mundo, porque “este cowboy del oeste de Texas se siente inquieto otra vez”.