Estados Unidos, años 50. En el típico pueblo de la América rural, comienzan a producirse una serie de inquietantes desapariciones. No hay señales de las víctimas, únicamente son encontrados sus coches destrozados. Lo que nadie se imagina es que tras esas desapariciones está un animal de proporciones gigantescas que no tardará en provocar el pánico entre los habitantes del lugar.
Gila, el Monstruo Gigante es una película de (muy) bajo presupuesto que fue filmada en Texas, siendo rodada al mismo tiempo que Musarañas Asesinas, también dirigida por Ray Kellogg y, como es de esperar, es el típico bodriete cincuentero en el que la más que evidente falta de medios se intenta suplir con mucha imaginación.
Las interpretaciones son entre pésimas y lamentables destacando personajes tan innecesarios como el típico hombre poderoso que, como las cosas no se hacen a su gusto, quieren que rueden cabezas o un DJ borrachuzo soso como el solo. El resto, al nivel de lo esperado pero sin desentonar porque la película es tan mala que tampoco pasa nada.
La verdad es que no se puede decir casi nada en favor de esta película, como mucho alabar la labor del pobre lagarto, que sólo espero que no resultara dañado durante la filmación de la película.