El séptimo relato es "La forma equívoca" (The Wrong Shape) y en él asistimos a una nueva aventura de Flambeau y el curita de cara de luna. En esta ocasión encontramos a los dos detectives aficionados en la casa del estrafalario poeta y novelista Leonard Quinton, quien aparece asesinado en su habitación, junto a una nota enigmática en la que se puede leer estas lúgubres palabras: "Muero por mi propia mano pero muero asesinado".
La maestría de Chesterton estriba en que no se ocupa de dejarnos claras las pistas que conducen al asesino, sino en dejarnos clara la psicología del criminal y sus motivos. Al leer sus cuentos no importa tanto averiguar al autor del hecho como comprender qué le ha motivado a obrar fuera del camino del bien y de la rectitud.En la octava historia, "Los pecados del príncipe Saradine" (The Sins of Prince Saradine), asistimos a una atmósfera de cuento de hadas, algo que era muy querido por el autor de estas aventuras. De nuevo encontramos a Flambeau y al Padre Brown, esta vez embarcados en un bote, para tomar unos días de asueto cuando, de pronto, surge lo inesperado. Arriban a la Isla Roja y llegan a la Casa Roja, en Norfolk, que es donde reside el príncipe Saradine, que amablemente ha invitado a Flambeau.Flambeau y Brown asisten a un peculiar duelo entre Stephen Saradine, capitán y príncipe de Saradine, y un tal Antonelli, que desea vengarse del príncipe porque este había asesinado a su padre y robado a su madre. En la Casa Roja, donde viven también Mistress Anthony y Paul, el mayordomo de los hermanos Saradine, tiene lugar el duelo a muerte. Fallece el joven Stephen Saradine y todo podría haber quedado en un simple crimen pasional, en una venganza vulgar de no ser porque el Padre Brown advierte que hay ago más detrás de la oscura historia de los hermanos Saradine.
La policía está desconcertada. Nadie se explica cómo o por qué alguien ha podido asesinar a un viejecito tan adorable, a un hombre tan alegre y encantador. Nadie se lo explica, excepto el Padre Brown, que descubre la verdad sobre Sir Aaron y sobre su familia, desvelando que aquellos en ciertas ocasiones quienes más parecen afanarse en el bien común ocultan una doble personalidad, triste y mezquina.Estas son las doce historias que componen El candor del Padre Brown, a cual más bella, sutil, ingeniosa y artística. El agudo lector ya habrá advertido que algunas de ellas me gustan más que otras pero todas me parecen meritorias, muy bien escritas y llenas de temas, personajes e incidentes de indudable interés. Son ya clásicos de la narrativa breve de corte policial y, como tales, pueden leerse una y cien veces y seguir pareciéndonos maravillosas.Que Dios os bendiga a todos y Nuestra Señora os proteja siempre y en todo lugar. Hasta la próxima entrada. Cuidaos mucho, amigos.