Gilda y yo. el primer día.

Publicado el 19 noviembre 2022 por Elvientononosllevo

 EL PRIMER DÍA. CAPÍTULO TRES.


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Desde el instante en que salimos de la perrera comenzamos a ser una pareja de tres. Cuando te planteas tener un perro no llegas a ser consciente de lo que supone hasta que el día a día te despierta en una realidad totalmente diferente a la anterior. A partir de ese momento va adepender de ti

para lo más básico e imprescindible, supone crecer como personapero también mucha responsabilidad y entrega. No es obligatorio tener una mascota, solo después de meditarlo en profundidad se debe tomar la decisión. Los horarios de salida y comida, los paseosmás largos que cortos, sus juegos, su higiene y caricias se convertirán en una rutina inexcusable, ni un solo día podrás permitirte un descanso. Tu mascota come y bebe el agua que le pones, te necesita para salir a la calle y es ineludible, sus paseos los necesitan como la comida y el agua.Espera un gesto de cariño cuando llegas a casa a la altura de su bienvenida desbordante de alegría, para ella eres lo más importante. Desea compartir contigo el mundo exterior repleto de olores, caminar a tu lado, sentirte cerca. Le da igual tu aspecto físico, no le importa si tienes dinero o tu nivel académico, te quiere incondicionalmente, de una manera pura y sencilla.

Antes de llegar a casa paramos en un hipermercado a comprar el menaje de su hogar, comederos, pienso y premios, cama, algún juguete. Por no dejarla sola en el coche, Ana entró y yo me quedé por los alrededores buscando algún parque o pedazo de tierra donde Gilda pudiera olisquear y hacer sus necesidades si le apetecía. No muy lejos unos jardines le sirvieron para aliviarse y de qué manera. Su primera cagada fue descomunal, una cantidad de cacas desproporcionada a su tamaño.Gilda, pesaba y pesa unos veinte quilos, con patas cortas pero cuerpo fuerte y robusto, el resultado de un revoltijo maravilloso entre razas indefinidas. Todavía sin reaccionar un señor muy amable me miró con desdén y al pasar a muestro lado con cara, nunca mejor dicho, de oler mierda me afeó el hecho de no recoger los excrementos de mi perro. No le llamé gilipollas porque tenía razón y con cuatro pañuelos de papelque por suerte tenía en el bolsillo intenté retirar lo más posible. El resultado, la mierda esparcida, pues era más blanda que dura, y mi mano derecha, más sucia que el papel chorreante. ¡Joder, Gilda, lo nuestro tiene que cambiar! Me miraba mientras le hablaba y limpiaba mi mano en la hierba a falta de más pañuelos. No hemos empezado muy bien la verdad pero poco a poco, a que sí, seguro. ¡Tú no lo sabes pero he estado mucho tiempo paseando contigo! Antes de ir a buscarte ya íbamos juntas por el parque, nos deteníamosal unísono y con solo un gesto comprendíasmi voluntad. Al cruzarnos con otros perros yo no me inmutaba, percibías mi serenidad y las dos tranquilamente continuábamos la caminata. Se llama práctica imaginada. A estas alturas ya no me miraba con el hocico pegado a los árboles y las paredes de las casas. Me he esforzado en superar mis miedos para no contagiártelos a ti. Por lo que he leído, los absorbéisy a veces os convertís en perros nerviosos y asustadizos.Yo… Mi pareja apareció con tres bolsas en cada mano, una sonrisa y una pregunta que preferí no contestar. Le di a oler mis dedos.

Gilda posando.


 

Desde el hipermercado hasta casa en mi cabeza se proyectó una película de terror. Aunque el rato que estuvimos juntas esperando a mi pareja se porto genial, se dejó llevar sin resistencia y el collar y la correa no parecían quemarle como unas horas antes,me quedaba la duda de cómo se comportaría dentro de casa y me preparé para el peor de los escenarios. Gilda corriendo incontrolada por toda la casa, saltando a mesas y camas, rascado el sofá hasta destrozarlo, ladrando y aullando como loba enjaulada, mordiendo las sillas, las cortinas, las almohadas, yo tapándome la cara con las manos incapaz de reaccionar y Ana muerta de risa. Abrí la puerta y entró, la solté y nada de lo imaginado sucedió. Su curiosidad natural la llevó de una habitación a otra, olisqueando y observando todo. Se lanzó a beber agua ya comer el pienso que le habíamos comprado y satisfecha se subió al sofá a descansar. El no rotundo la bajó inmediatamente, lo comprendió al instante, esa fue la primera vez que lo dije y nunca más ha hecho falta repetírselo. Con golpecitos sobre su cama colocada en un rincón del salón cerca del sofá y palabras dulces quise indicarle cuál era su sitio de descanso, me miró con desgana y se marchó a la terraza donde durmió en el suelo plácidamente. Estuve a su lado unos minutos, acariciándola y confirmandola cantidad de pelo que tenía y lo enredado y áspero que lo llevaba. Me pregunté cuanto tiempo habría estado perdida y sola, vagabundeando sin rumbo antes de que la metieran en la perrera, dónde se habría cobijado en las frías noches,dónde, hambrienta y desesperadase habría refugiado del dolor del desconsuelo. No sabíamos nada de ella, durante estos años hemos fabulado historias sobre su vida anterior preguntándonos asombradas quién y por qué después de conocerla más de un año, esa era la edad aproximada, había sido capaz deabandonarla, de alejarse con los ojos canela clavados en su espalda. La vida juega y pasase lo que pasase el destino de Gilda éramos nosotras y ella el nuestro.

Por la tarde antes de ir a la clínica veterinaria dimos un pequeño paseo. ¿Las perras también levantan la pata al mear? Pregunté, creía que solo los perros. Esta mañana no me he dado cuenta, estaba tan nerviosa. Ana lo desconocía, nos hizo gracia y también que rascara con las patas de atrás. Días más tarde la simpática del parque nos explicó que eso era signo de dominancia, eso y que fuera marcándolo todo.Al contarle que éramos novatas se ofreció a resolvernos cualquier duda y nos fue presentando a medio parque. Rodeadas de un numeroso grupo de lo más variopinto y de perrosde diferentes razas y tamaños nos adentramos en ese mundo de relaciones sociales al que únicamente accedes con perra. El grado de participación dependerá de lo sociable o gregaria que sea tu perra, raro será que no quiera jugar y relacionarse con sus congéneres así que irremediablemente pertenecerás a él. En este universo conocerás a gente de todo tipo, algunos estupendos otros despreciables, te llevarás bien con aquellos cuyo perrose haga amigo de tu perra y evitarás a los contrarios a toda costa. Gracias a Gildahe conocido a personas y perrosmaravillosos, rincones de mi ciudad y las afuerasbuscando siempre lugares donde corriera libre y despreocupa, he disfrutado cepillándola y relajado acariciando y masajeando su cuerpecito, he sentido la felicidad viéndola correr y jugar con sus amigos, revolcarse en la hierba recién cortada, me ha contagiado su vitalidad y me ha enseñado a apreciar y valorar los pequeñosmomentos de la vida, tampoco han faltado las preocupaciones y enfados.

Gilda hace un mes.


Mientras escribo la miro, suspiro consciente de que los años van pasando, su energía infinita se apaga cada día, el pelo negro de su cara va poblándose de canas y la noto más dependiente y mimosa. Aún así no deja de hacerme trastadas, hace unos meses verla perseguir un conejo por las vías del tren me restó cinco años de esperanza de vida. Me desgarré la garganta llamándola desesperada incapaz de subir el montículo de piedras y hierros oxidados por donde presumiblemente ella lo había hecho. Regresó a toda velocidad pero temía ver en el horizonte la figura del tren acercándose al ritmo de mi corazónacelerado y rece sin ser creyente, una pesadilla con final feliz. Cuando, como en otras ocasiones y han sido muchas, vuelve a mi lado sumisa y arrepentida se mezclan las ganas de darle un guantazo por el disgusto y las de abrazarla y besarla al comprobar que está sana y salva. Se sienta o echa depende del cansancio, me mira utilizando sus ojos canela para manipular mi voluntad, sabedora de mi enfado me pide perdón con su carita tierna de perrabuena y acabo abrazándola conmovida.

Gilda con cara de buena.


No todos los perros son iguales, como las personas cada uno tiene su carácter y temperamento y nuestras experiencias variarán. Yo cuento la mía con una aventurera, con una curiosa e inquieta perramestiza, lista y cariñosa que me tiene robado el corazón.

  


  
Imágenes archivo personal

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