«Yo soy una de esas personas para quienes todo lo relacionado con la muerte y el sufrimiento tiene una atracción dulce y misteriosa, una fuerza terrible que empuja hacia abajo. Yo hice lo que otros hombres sueñan. Yo soy vuestra pesadilla» advirtió el mariscal Gilles de Rais poco antes de ser ejecutado.
Nació en 1404 en el castillo de Champtocé , Francia, en el seno de una familia aristocrática, y al morir sus padres cuando era aún un niño, pasó a disponer de una herencia inmensa en cuanto a posesiones. Se encargó de su educación su abuelo materno y, según parece, éste le dejó creer con demasiada libertad. A pesar de lo dicho, fue obligado a casarse cuando sólo tenía catorce años, con una prima suya, y , según parece, por esa época ya mostraba más interés por los pajes que por su esposa.
Sin embargo, a raíz de conocer a Juana de Arco, se produjo un cambio en él. Se convirtió en un paladín ferviente de la doncella de Orleáns. Fue capitán general de los ejércitos que ésta lideró para liberar Francia del dominio inglés.
Sin embargo, tras la muerte en la hoguera de ésta , en 1431, Gilles decide abandonar la vida militar y retirarse a sus dominios, y disfrutar de sus cuantiosos bienes.
Así, desde 1435 se lanzó al desenfreno, siendo éste de todo tipo. Dilapidó gran parte de su fortuna adquiriendo obras de arte y contratando a alquimistas, ya que buscaba adquirir el secreto de la piedra filosofal. Y sobre todo se lanzó a realizar orgías continuas en sus dominios.
Parece ser que uno de los personajes que más influyó negativamente en Gilles de Rais fue un alquimista italiano llamado Preslati. Éste le inició en la magia negra y en el culto de adoración al diablo.
Así, este alquimista le embaucó indicándole que la forma de conseguir la piedra filosofal sería a través del culto al diablo, realizándole sacrificios humanos.
En el proceso que se realizó contra Gilles de Rais, se le acusó de secuestrar a niños de los alrededores de su castillo, para ofrecérselos al demonio, no sin antes haberlos violentado salvajemente.
Se citan cifras enormes de niños desaparecidos, más de 300, que eran llevados allí y de los cuales se ofrecían en rituales satánicos al diablo, los ojos, las manos y el corazón. Según las fuentes de la época, aunque se sabía a ciencia cierta las actividades que se realizaban en los dominios de este noble, al ser de posición tan elevada, no se atrevían a detenerlo.
Finalmente, el obispo de Nantes pudo hacerlo, en octubre de 1440, y se desarrolló el juicio contra él y sus compinches. Al principio negó los cargos, pero después un tiempo confesó todos sus crímenes, aportando detalles horribles.
Alegó que todo lo hizo como desafío a Dios, por permitir que quemaran a su adorada Juana de Arco.
Finalmente fue declarado culpable de los cargos de secuestro, violación, asesinato, sodomía y magia negra. Por todos ellos fue condenado a morir ahorcado en la ciudad de Nantes.