Los primeros escritos brunianos de carácter cosmológico surgieron como un esfuerzo por “renaturalizar” los hechos celestes y valorizar el papel de la Naturaleza frente a la omnipotencia divina.
Hacia 1572 cambios astronómicos importantes como la aparición de las estrellas Nova y Gemma junto a diferentes cometas fueron interpretados en el marco de la cosmología aristotélica como enunciadores del Apocalipsis, de un miraculum divino debido a que en la región etérea del cielo no podía haber ningún cambio ni alteración.
La indignación de Giordano Bruno ante estas afirmaciones -propias de una actitud escéptica y fideísta, que concebía a Dios como un ser absolutamente libre y denigraba a la Naturaleza al plano de una simple ejecutora de sus mandatos legales- constituyó el punto de partida para la elaboración de una nueva cosmología 5
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