Dirección: Bong Joon-ho.
Intérpretes: Song Kang-ho, Lee Seon-gyun, Jang Hye-jin, Cho Yeo-jeong, Choi Woo-sik, Park So-dam, Park Seo-joon.
SinopsisRetrato de una familia coreana de cuatro miembros, todos ellos sin trabajo y con pocas opciones de prosperar para salir de su dura situación. Ésta cambia cuando a través de un amigo, el hijo de la familia recibe la oportunidad de dar clases particulares a una adolescente perteneciente a una familia adinerada. Es a partir de entonces cuando empiezan a surgir distintas oportunidades laborables para todos y ambas familias comienzan una inter-relación que acabará marcando el destino de ambas.
OpiniónHace ya un par de semanas que nos acercamos a una sala de cine, siguiendo con nuestro propósito para este año: el de ir a una sala de proyección, al menos, una vez al mes. Propósito que se verá truncado por la excepcional situación en la que nos encontramos inmersos y por el recién decretado estado de alarma que vive nuestro país.
Ha sido pura coincidencia, el aprovechar este tiempo para aproximaros nuestra opinión sobre esta película, cuyo título lamentablemente nos hace pensar en el triste protagonista de la pandemia que estamos viviendo. Aprovechamos también, y si nos lo permiten, desde este humilde espacio para llamar a la solidaridad, la responsabilidad y el bien común por encima de todo. Estamos en un momento que se nos está poniendo a prueba y por el que se nos evaluará como sociedad. Esa solidaridad, responsabilidad para con los demás y ese bien común deberían estar integrados en nuestro comportamiento y huir de esos pésimos e irresponsables ejemplos de algunas personas que hemos visto en estos días. A ellas nos dirigimos diciéndoles que nos dais lástima, por no emplear sustantivos o adjetivos calificativos malsonantes. ¡Sois unos parásitos! Es mejor seguir pensando que la responsabilidad siempre es de otros y que los problemas siempre os los tienen que resolver desde fuera, sin tener que mirarse uno a sí mismo y actuar para resolverlo. Quizá algún día, de miraros tanto al ombligo, acabéis fagocitados por vosotros mismos e implosionando en una orgía de egoísmo y egocentrismo que os haga desaparecer. Ese día el planeta, os lo agradecerá.
No obstante, no todos son así, no se puede generalizar (¡nunca!); queremos pensar que son los menos. Lo vemos, lo sentimos y lo acabamos de llorar. El ser humano es maravilloso y lo escribo mientras con la ventana de la terraza abierta, escucho a una vecina, asomada al balcón con su violín en mano e interpretando un fragmento de la novena sinfonía de Beethoven, popularmente conocido como el himno de la alegría. Ha arrancado un gran aplauso en nuestro vecindario y un buen torrente de lágrimas entre los que escuchábamos. No ha dudado en repetirlo en dos ocasiones más, a petición de todos nosotros. Gracias, muchas gracias.
Y por último, no puedo dejar de agradecer a todos aquellos que están luchando de forma infatigable por salvarnos la vida y a aquellos otros que nos están permitiendo seguir con ellas y de la forma más fácil. A las/los médicos/as, enfermeros/as, personal sanitario, personal administrativo de hospitales y todo aquel personal de servicios auxiliares de las instalaciones sanitarias que permitís que éstas funcionen: GRACIAS. Pero pienso también en cajeros/cajeras, reponedores/reponedoras, charcuteros/as, fruteros/as, carniceros/as, verduleros/as, panaderos/as, pasteleros/as, pescaderos/as y resto de personal de supermercados, hipermercados, mercados y tiendas de alimentación que nos hacéis llegar alimentos a casa y ahí seguís, trabajando pese a todo y pese a la sinrazón que mueve a algunos de nosotros; a camioneros/camioneras, repartidores/repartidoras y demás personal de transportes varios que nos acercáis todo aquello que realmente necesitamos (sí, lo que necesitamos, porque no se necesitaba ni Instagram, ni Facebook, ni Twitter,... ni nada similar para vivir). Personal de limpieza y de residuos de distinta índole, que tanto trabajáis para mantener hospitales, centros de salud, supermercados, calles, portales, casas, hogares,... en perfecto estado de higiene y sin que se nos acumulen los residuos. Siempre sois importantes, pero parece que sólo ahora nos acordamos. Y a muchos más que me dejo, pero que estos días están haciendo muy visible la importancia de su trabajo para que el resto de los humanos vivamos como vivimos. La inmensa mayoría de ellos muy poco valorados, muy poco remunerados y generalmente poco reconocidos; a todos ellos, GRACIAS. MUCHAS GRACIAS HOY, pero que sepáis que tendréis siempre nuestra admiración, respeto y agradecimiento. Somos lo que somos y estamos donde estamos, porque todos somos necesarios. Todos. Que nunca nadie es mire por encima del hombro y nadie os falte al respeto: sois más esenciales que nadie y todo esto funciona en gran parte gracias a vosotros. A algunos (no todos son así) de nuestros estudiantes de ingeniería, de másteres varios y futuros doctores, "subiditos ellos de más", les daría yo dos hostias bien dadas, bajándoles de esa nube de irrealidad y de prepotencia que tienen... Éstos sí que son también parásitos. Ya es hora de que vean lo que realmente es importante y que la rueda sólo se mueve porque todos somos importantes, no sólo ellos.
Y ahora, tras esta licencia que nos hemos permitido, vamos al lío. La película nos gustó, no podemos decir otra cosa. Sin embargo, las expectativas, como casi siempre, nos han jugado una mala pasada. Después de tantas buenas críticas, tantas buenas palabras y tanto premio, esperábamos un éxtasis próximo al supra-orgasmo, y éste no llegó; se quedó en una buena experiencia, como otras tantas.
No le vamos a restar mérito en cuanto a la originalidad y agudeza de la historia, pese a que, desde los primeros veinte minutos, y tras ese clima instaurado de bonanza, sabes que algo dramático tiene que ocurrir (ojo, ahí va un spoiler, no lean las siguientes dos líneas). Y tan dramático; sorprendente en cuanto a contenido; sorprenderte en cuanto a resolución tarantinesca final. A nuestro juicio, recargada en exceso; sobraba (fin del spoiler). Lo que empieza siendo un sueño placentero y cómico, con una gran puesta en escena, acaba en pesadilla y tragedia.
Es un producto atípico, fresco y liberado de todo corsé, muy agradable a la vista y con calado, con su fondo. Días después todavía seguimos dándole vueltas al choque cultural, a la diferencia de clases...y a lo que comentábamos antes de cómo hay cierto tipo de gente que se piensa más que nadie y es capaz de mirar por encima del hombro a otros muchos. Pobres estúpidos, pero cuan cabrones y cuánto daño hacen! Éstos sí que son los verdaderos parásitos!
Desde nuestra más completa ignorancia nos quedamos con los dos primeros tercios de la cinta. Después, decae. Pero no lo duden, échenle un ojo y disfrútenla. Es, sin duda, una buena sugerencia para estos días de casa y sofá.
Nota general: 7,0 sobre 10.
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