Hoy te toca madrugar fuerte, toca levantarte a las seis de la mañana con el despertador tronando y poner los píes en el frío suelo quejándote porque preferirías quedarte en la cama un ratito más y no tener que ir a matar a nadie por mucho dinero que te quieran pagar.
Das sorbos al café mientras miras la foto de tu objetivo, intentas parecer un killer, un tío chungo con nervios de acero pese a que llevas el pijama al revés y aún no te has limpiado las legañas de la cara.
Ahí fuera aún es de noche y merodean los gatos, el autobús tarda en llegar y va vacío y huele a viejo, el conductor te mira mal sin saber que eres un asesino a sueldo y que ese bulto de tu pantalón es la pistola que llevas escondida.
Joder, ser un killer, ser un asesino de élite, una sombra que decide sobre la vida y la muerte a la que le sientan muy mal madrugar.
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