Globos y elecciones

Por Unamadredelsigloxxi @madredlsigloxxi
Ha sido el cumpleaños de Rober. El viernes lo celebramos en pequeño llevando a merendar a los niños y le dimos nuestro regalo, que este año ha sido algo extraño, pero ha triunfado. No tenía ni idea de qué regalarle: últimamente trabaja más que de costumbre, está bastante estresado y no parece divertirse demasiado con nada. Todas sus aficiones languidecen en armarios y estanterías y solo parece que se relaja con dos cosas: los preparativos para el huerto y un juego online. Ahí andan Carlos y él, preparando semilleros en la terraza que trasladaremos en su momento para trasplantarlos en su momento y elucubrando qué van a plantar este año: tomates, judías, calabacines... El año pasado hubiéramos podido poner una frutería. Cada fin de semana nos traíamos kilos de tomates deliciosos que repartíamos entre la familia. Tengo la sensación de haber preparado litros de salmorejo...
Pensé comprarle algo para la bici, porque en cuanto empiece el buen tiempo (vale, que ya ha empezado, pero no creo que dure mucho esta primavera-de-febrero) retomará lo del pedaleo, pero tiene todo el equipo nuevo del año pasado y no parece necesitar nada, así que no tenía muchas opciones de regalo. Al final opté por una 2 DS XL, para que pudiera jugar, pero que también pudieran utilizarla los niños. Un éxito. Todo el fin de semana enganchados al Mario Kart y Carlos ya ha anunciado que va a pedir una para él por Reyes para poder jugar partidas en modo multijugador.
El sábado tuvimos la fiesta con la familia. Fue bastante divertida. Carlos escribió un cartel en el que prohibía la entrada de adultos en su cuarto y ni siquiera dejaba pasar a su prima de doce años, porque ya entra en lo que él cataloga "mayores". Los niños hicieron el salvaje, Marcos explotó todos los globos que encontró y a Carlos al final tuve que darle un Dalsy porque, con tanto jaleo, empezó una de sus migrañas, que por suerte desapareció más rápido que de costumbre.
A mí se me subieron un poco las cuatro copas de vino y los dos ron con Coca-Cola y acabamos hablando de política, que en mi familia suele ser bastante habitual, pero en la de mi marido es un tema que tratan evitar. En mi casa siempre se ha hablado de política y jamás se nos dejó fuera del debate, incluso cuando éramos adolescentes con poca información y muchas ideas. Mi suegra me repitió varias veces lo bien que se lo había pasado, porque no está acostumbrada a tener estas conversaciones, tal vez porque la educaron bajo aquel antiguo lema de "no se habla de política ni de religión", cuando, en realidad, las conversaciones sobre actualidad política (o economía o sistemas educativos o lo que se tercie), siempre que se realicen desde el respeto por las ideas del otro (y en familia yo suelo estar en minoría en cuanto a mis ideas), enriquece y amplía perspectivas, permite conocer mejor a las personas y otros pensamientos e incluso fomenta la empatía. No quiero que mis hijos crezcan con la idea de que no se puede hablar de ciertos temas, que tienen que guardarse sus ideas para sí mismos y no compartirlas con los demás. Quiero que se sientan libres de expresar su opinión, pero también que aprendan a escuchar a los demás, en especial a aquellos que piensan diferente. Es un aprendizaje que también debe realizarse en casa.
Mi suegro se marchó pronto. No se encontraba bien. Lo mismo le pasó el día anterior. Acaba de terminar el tratamiento de quimio, pero lleva una temporada sintiéndose mal, a pesar de que las pruebas indican que todo funciona bien. Aun así, volverán al médico para que eche otro vistazo.
En medio de aquel barullo, me acordé mucho de Pili, la tuve presente buena parte de la fiesta. Es el primer cumpleaños que celebramos en casa desde que murió y la eché de menos. Se habría reído mucho con Marcos, habría mirado a Carlos con adoración y habría estado de mi lado en la discusión política. Casi podía escucharla reírse, toser y decir: "No, pero qué camello dicen..."