En este ocasión me gustaría rescatar de la estantería el álbum de fotos antiguas como era una de las glorietas con más vida en la actualidad. ¿Os gustaría adentramos conmigo en la glorieta de los cuatro caminos hace unas cuantas décadas?
Este cruce de caminos al norte de Madrid debe su nombre precisamente a este hecho. En este punto se unían distintos caminos como el de Francia (actual Bravo Murillo), el paseo de la Ronda (actual calle de Raimundo Fernández Villaverde), el antiguo trazado del paseo de Santa Engracia y el camino de Aceiteros (actual calle Reina Victoria). Este popular nombre terminó imperando sobre los otros que se le habían dado anteriormente después de la guerra civil. Este lugar honró durante un tiempo la memoria de los políticos Bravo Murillo o Joaquín Ruiz Jiménez o, por ejemplo, conmemoró la proclamación de la II República Española. Sea como fuere, hasta nuestros días ha llegado el nombre de glorieta de Cuatro Caminos que es por el que todo madrileño la conoce.
La actual glorieta de Cuatro Caminos comenzó a tener vida a mediados del siglo XIX cuando las primeras casas comenzaron a poblar aquella zona a las afueras de la ciudad. Desde bien temprano, aquellos terrenos del extrarradio comenzaron a acoger a población obrera que trabajaba en el centro de la ciudad. Estas gentes comenzaron a utilizar las primeras líneas de tranvías establecidas por la zona y que transportaban a los trabajadores hacia el centro de la Villa. A lo largo de las décadas, la población fue creciendo y acogiendo cada vez mas casas llegando a formar una pequeña barriada. Entre los vecinos ilustres que pasearon por sus calles se pueden recordar el de Pablo Iglesias, fundador del PSOE, o el futuro presidente de la II República, Largo Caballero. Ambos impulsores del movimiento obrero que tanto protagonismo tuvo. Avanzado el siglo XX se inaugura la primera línea del Metropolitano de Madrid que tendría como cabecera la estación de Cuatro Caminos. Aquel nuevo medio de transporte impulsó el barrio, acercándolo al centro de Madrid y cambiándolo para siempre.
En la fotografía se ve la glorieta en el momento que se estaban realizando las obras del paso elevado que comunicaba las calles de Raimundo Fernández Villaverde y de Reina Victoria. Esta infraestructura, tan útil pero a la vez tan poco bella, no duró mucho y se desmontó en detrimento del paso subterráneo que se construyó para la comunicación de ambos lados de la plaza. La plaza se ve tan bonita y tan concurrida en la actualidad y luce mucho mejor que con alquel gigantesco paso elevado.
Espero que hayáis disfrutado tanto como yo de estas instantáneas que recorren la vida de la ciudad. ¡Buen día!
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