Gnomónica catóptrica en el Palazzo Spada de Roma

Por Angelrequena

Una curiosa aplicación de la catóptrica, teoría de la reflexión de la luz en un espejo, nos la ofrecen los espectaculares relojes solares astronómicos “de techo”, de los que se han conservado tres soberbios ejemplares en funcionamiento, dos en Roma y uno en Grenoble. Los dos romanos son obra del padre Emmanuel Maignan de la orden de los Mínimos: uno se localiza en el convento de la Trinitá dei Monti (parte superior de la escalinata de la Plaza de España) y otro en la Galería del Palazzo Spada.

Aristóteles ya consideraba la Óptica como una de las partes de la matemática aplicada junto con la astronomía o la agrimensura. Los primeros tratados geométricos conservados sobre la luz se deben a Euclides y a Ptolomeo que sentarán las bases de la óptica de rayos. La Europa medieval, Roger Bacon, Pecham y Witelo, recuperará la óptica matemática a través del tratado de Alhacén. La perspectiva renacentista hará uso de estas teorías aplicándolas al arte. Después, Kepler, Descartes, Huygens y Newton sentaron las bases de la Óptica moderna.

La luz reflejada en un pequeño espejo horizontal tiene la ventaja de verse en los techos interiores de los pórticos lo que facilita mucho la lectura. Se considera que el primer constructor de un reloj solar catóptrico fue Copérnico en el castillo de Olsztyn, pero no hay restos, como tampoco del diseñado para el Palacio de los Papas en Avignon por el jesuita Atanasius Kircher.

Maignan construyó sus relojes en 1637 (Trinitá) y 1646 (Spada). Fruto de su experiencia fue el detallado y práctico tratado  Perspectiva horaria sive de horographia gnomonica tum theoretica tum practica publicado en Roma (1648).

Las alegorías de la Geometría, la Aritmética y la Astronomía colaborando con la Gnomónica expresan muy bien como la construcción de un reloj especular requiere el uso de las cuatro disciplinas. Solo falta el arte para darle belleza a la representación.

El pequeño espejo del Palacio Spada de encuentra en un ventanuco superior y no se ve como en el de la Trinitá. A ambos lados del orificio encontramos otras alegorías de la Astronomía y la Geometría, apenas visibles por el contraluz. La elipse iluminada sigue moviéndose por la maraña de líneas numeradas para darnos la hora y otros datos astronómicos.

Paneles informativos y ruedas concéntricas completan un artificio solar de imprescindible visita. El orificio está en línea con la famosa Galería de Borromini, el trampantojo que culmínale virtuosismo de la perspectiva.

La Galería de la Meridiana se encuentra en la parte del palacio ocupada por el Consejo de Estado italiano y solo puede visitarse el primer sábado de cada mes en vista guiada y con reserva previa.