Para entender al Dios de san Agustín
Cuando dos o más culturas se encuentran, se produce un sincretismo religioso. griegos y egipcios fue Serapis, una mezcla del Zeus heleno y el Apis egipcio al que se le rindió culto en el Serapión, el templo en que se guardaron los restos de la biblioteca de Alejandría y que fue destruido por cristianos hacia el 395 d.C. El Dios de Agustín de Hipona, que es el Dios católico, tiene elementos del Yahvé bíblico mezclados con el acto puro de Aristóteles.
El dios del filósofo griego era consecuencia de una simetría racionalista. Si la materia prima es potencia pura, en el otro extremo de la naturaleza debe haber un acto puro, un ente que ha llegado a la perfección absoluta y no piensa en nada más que en sí mismo. Un ente que es motor inmóvil para otros entes que también buscan perfeccionarse, ser cada vez más acto y menos potencia. Este Dios no necesita ninguna adoración ni se involucra en los asuntos humanos. Por el contrario, el Dios del AT es “celoso”, algo que Aristóteles consideraría un defecto terrible así como la necesidad de ser adorado. Los hebreos plantearon un Dios celoso porque necesitaban excluir a otros dioses e imponer un culto monoteísta.
El Dios de san Agustín es el máximo bien, la perfección absoluta, como el aristotélico; pero es celoso como Yahvé, algo que parece contradictorio. Es celoso porque exige ser considerado el máximo bien. Cualquiera que se ponga a sí mismo, a sus placeres, su cuerpo o posesiones como máximo bien, es excluido y pertenece a la ciudad terrena, destinada a la condenación. Por eso san Agustín se opone a la concupiscencia: “Nada aleja más de Dios que los brazos de una mujer”. Consideraba que la divinidad no nos había hecho concupiscentes, sino que esta condición es una consecuencia del pecado original que nos dejó una naturaleza caída, enferma. Esta naturaleza no puede levantarse por sí misma y llegar a Dios, necesita la fe en Cristo y la gracia de los sacramentos.
Gnósticos y masones
Muchas sectas gnósticas, que influenciaron a los masones, rechazaron esa caída. Para ellas, el Dios del Génesis quería mantener al hombre en la ignorancia y era la divinidad del agua y la tierra. La serpiente representaba al aire y el fuego, elementos más elevados. Como el Prometeo griego, la serpiente dio conocimiento y fuego al humano. Los gnósticos cainitas y naajitas (de naajá, serpiente) le rendían culto.
En videos del doctor en teología Alberto Bárcena, este acusa a la masonería de estar detrás de la ideología de género y pretender acabar con la patria potestad y la familia, al poner en manos del Estado la educación sexual de los hijos. Las familias católicas transmiten los valores agustinos, mientras que el Estado no enseñará nunca que la sexualidad tiene como fin primordial la reproducción, sino que enfatizará el placer. Asistimos a un enfrentamiento entre la vieja concepción de san Agustín sobre la sexualidad, y la más vieja aún de los hedonistas romanos.