No merecen privilegio alguno ni el sueldo que cobran, pero viven en la abundancia plena. Pedro Sánchez tiene a su disposición personal, en la Moncloa, a siete médicos y a un número equivalente de enfermeros, mientras que para los españoles, ante la infección masificada, ser atendidos por un médico es un lujo. Tiene también cientos de asesores ministeriales y todos los recursos del Estado a su disposición y a pesar de ello su gobierno es seriamente ineficaz y su gestión es un fracaso.
Lo que está ocurriendo con las vacunas es un símbolo. Al ritmo actual, España tardará años en vacunar a su población, mientras los enfermos se mueren. El fracaso de la vacunación demuestra un axioma que en España se ha convertido en verdad inmutable: "todo lo que toca el gobierno fracasa".
Lo ocurrido con la negociación de Gibraltar ha hecho sonar las señales de alerta porque España no ha conseguido logro alguno, mientras los ingleses y gibraltareños han logrado todos sus objetivos. Y hay mil ejemplos más de torpeza, ineficacia y de errores en cadena que empujan a España hacia la ruina, sin que las instituciones sepan poner freno al desastre y con parte de la sociedad defendiendo al peor gobierno del país en muchas décadas, quizás en siglos.
El gobierno, en democracia, siempre es responsable de lo que ocurra y debe responder de sus errores, salvo en España, donde mandar es un privilegio sin exigencias ni rendición de cuentas.
La economía está hundida, la unidad nacional en peligro, el desempleo disparado y la pobreza avanzando imparable, sin que el gobierno se sienta responsable del desastre y sin que pague por sus insensatas decisiones y por los inmensos daños que causa a la nación.
Han retrasado semanas las medidas drásticas que los científicos demandaban para frenar la infección del virus, lo que ha provocado dolor y muertes, pero no admiten haber fallado y dedican todo su empeño en comprar poder y voluntades con dinero público. Para colmo de males, quieren cambiar la estructura de la nación, instaurar la Tercera República y fortalecer el Estado hasta límites que la democracia no tolera. Todo eso tras haber dividido a la nación y haber instalado en el poder a partidos contrarios a la democracia y con un odio a España más que demostrado.
España tendrá que pagar un precio terrible por haber elegido a Sánchez y a su partido y por haberles entregado el timón de la nación y por carecer del brío y la responsabilidad para impedir que sigan en su vorágine de abuso y destrucción.
Francisco Rubiales