Gobernando Zapatero, 17-10-2006/ Fascistas y antifascistas

...17-10-2006... Gobierno y aliados definen ya a la eurodiputada socialista Rosa Díez y a Enrique Múgica, el Defensor del Pueblo, como de extrema derecha por coincidir con el PP oponiéndose al Estatuto de Cataluña. Múgica, que pasó dos años y medio en las cárceles franquistas, para Gaspar Llamazares es un fascista porque “apoya lo que decía la Enciclopedia Rubio sobre la unidad de España”. Brillante razonamiento: como enseñaba que París es la capital de Francia, los franceses son franquistas por no cambiarla por otra ciudad. Ahora hay que ser progresista como Juan Luís Cebrián, el primer director de El País y mentor ideológico del actual Gobierno, quien acaba de reclamar en ese periódico que se censuren las opiniones que se opongan a las del gabinete de Rodríguez Zapatero. Cebrián, que empezó su carrera profesional como redactor jefe del diario de los sindicatos franquistas y siguió como director de los informativos de televisión en los gobiernos de Arias Navarro, en plena dictadura, vuelve a proponer la misma censura que entonces él mismo aplicaba. Por eso, hay que analizar a quienes acusan a cualquiera de ultraderechista: son gentes como Cebrián o el fallecido Haro Técglen, que le escribió un asombroso canto fascista a José Antonio cuando lo enterraron en el Valle de Los Caídos. Otro acusador: Antonio Álvarez Solís, conocido periodista que servía a los Gobiernos Civiles del franquismo con uniforme de Falange, correajes y botas de montar. O el juez Joaquín Navarro, autor durante la Dictadura de libros de Formación del Espíritu Nacional y que ahora es proetarra-ultraizquierdista. Numerosos amigos de este Gobierno medio bolivariano, cuyas huestes le pegan en Cataluña a la Oposición, encajan en una de las máximas de Oriana Fallaci: “Hay dos clases de fascistas, los fascistas y los antifascistas”.

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