Gobernando Zapatero, 20-09-2006/ Historia contra la barbarie

Publicado el 20 septiembre 2014 por Cronicasbarbaras
...20-09-2006... Cualquier cristiano, musulmán, budista o ateo pueden denunciar las crueldades del cristianismo sin que se levanten masas enfurecidas para asesinarlo, aunque quizás dos fanáticos lo golpeen, como hicieron en Madrid con el autor de una obra teatral titulada “Me cago en Dios”. A Cristo se le presenta frecuentemente como amante de María Magdalena, como homosexual, como subnormal o como indeseable. Como asesino, no, porque se dejó matar sin resistencia. Mahoma fue un guerrero. Exterminó tribus enteras que se negaban a aceptar su doctrina. Ordenaba asesinar, saqueaba, capturaba esclavos y tomó como una de sus esposas a Aisha, de siete años, para poseerla a los nueve. Cuando se recuerdan estos detalles de su vida la reacción de numerosos líderes islámicos es enormemente violenta. Y si de un hombre pacífico como Cristo surgió una religión con fieles que produjeron dolor y muerte en algunas de sus etapas, imagínese qué nacerá de quienes pueden lanzar fatuas de yihad, guerra santa para exterminar infieles. Por haber recordado levemente el Papa a ese Mahoma comparándolo con Cristo, los clérigos islámicos le exigen agresivamente que pida perdón por sus palabras. Pero su evocación podría ser una advertencia: Benedicto XVI había reseñado un debate sobre ambas figuras entre un ayatolá persa y el emperador Manuel II Palaiologos, padre del último emperador cristiano bizantino, derrotado por los musulmanes en 1453. Bizancio, la Roma oriental, convertida en musulmana, y Constantinopla, en Estambul. Oriente medio, islamizado definitivamente. En España, quienes llamaban fascistas a los que protestaban sólo verbalmente por “Me cago en Dios”, acusan al Papa de insultar al islam y justifican la reacción de esos clérigos salidos del medioevo para asaltar nuevos Bizancios. Apoyar la barbarie por corrección política seudoprogresista censurando nuestra libertad de expresión entregará todas las Constantinoplas. ----------------------------------------------- LECTURA RECOMENDADA Tomada del nickjournal de Arcadi Espada www.arcadi.espasa.com Carta abierta de François Leotard a Mahmoud Ahmadinedjad Señor Presidente: Francamente, al comenzar esta carta no me provocaba llamarlo de ese modo. Dicho título implica un minimo de respeto. Lo hago, sin embargo, porque es usted quien se expresa en nombre de los iraníes. Sobre las fotos, lo veo a usted ante multitudes, rostros y manos alzadas. Sin duda uno podria adivinar cierta forma de entusiasmo, en todo caso, de adhesión. Hemos conocido, en Europa, esas multitudes. Fue un mal momento para nosotros. Un período trágico del que seguimos arrastrando la vergüenza y la angustia. Uno de los pueblos más cultos del mundo, un pueblo que había elevado en alto grado la filosofia, la música, la poesia, un pueblo que había asombrado a sus vecinos por su resplandor, se habia hundido en el odio, la locura racial, la ignominia. Decenas de millones de individuos sufrieron, en su carne, su cultura, su dignidad, esa extraña barbarie que quería hacerse ver como un 'nuevo orden'. Fueron en primer lugar los ciudadanos de ese Estado, alemanes, luego y poco a poco los demás, todos los demás. A esa locura se le llamó una guerra mundial. Pero fue, sobre todo, una guerra contra lo que había de humano en nosotros. Se quemaron los libros, los niños fueron deportados y asesinados, las inteligencias fueron quebradas. Todo lo que honraba al hombre fue pisoteado. Y luego, llego a usted : una parte de la especie humana, el pueblo judio, fue destinado al infierno. Oh, se lo concedo, sólo una parte. No eran ni los más numerosos, ni los más ricos, ni siquiera los más influyentes. Eran hombres y mujeres que habían llevado consigo durante mucho tiempo y desde muy lejos, su fe, sus preguntas sobre el mundo, sobre Dios, sobre la necesidad de vivir o de sufrir, sobre la alegria de amar. Generalmente, frecuentaban los libros. Reflexionaban mucho, no comprendían por qué no eran queridos, por qué se les llamaba "subhumanos", Untermensch, por qué se les consideraba insectos. Fueron perseguidos en toda Europa, ahorcados, fusilados, quemados. Usted sabe perfectamente todo eso, pero lo evoco ante usted por lo menos por tres razones: - La primera, es que nosotros (digo "nosotros", como modo de hablar) no aceptaremos que todo vuelva a comenzar. Yo no soy judío, pero los judios son, como los persas, mis hermanos en humanidad. - La segunda, es que ellos tienen el derecho, como usted, como yo, de tener una patria. Que sea Francia o Israel, ello no cambia en nada el asunto. - La tercera razón no le gustará a usted. Pero, mala suerte: es que ellos le aportan al mundo (y probablemente es eso lo que usted quiere "borrar del mapa") una concepcion del hombre y de su destino que ha enriquecido a varios siglos de civilización, y que honra tanto al pueblo judío como al Estado de Israel. Señor Presidente, usted tiene el derecho de ser nacionalista. Usted tiene el derecho de sentirse orgulloso de la historia del pueblo persa. Usted tiene el derecho de ser creyente y de orarle al Dios "clemente y misericordioso" citado al principio de cada 'sura' del Coran. Usted, sin embargo, piensa que tiene el derecho de obligar a las mujeres a ocultar la cara tras un velo, de torturar a los opositores, de encarcelar a los periodistas que lo contradicen, de condenar a muerte a niños, de perseguir a sus minorías, de iniciar "guerras santas" contra "los infieles". Pero usted no tiene el derecho de imponerle a Israel la mirada turbia, imbécil y llena de odio que acompaña a sus discursos. Y es que me parece que usted odia en ese Estado, la libertad de expresión, la diversidad de los partidos, el papel de la oposición, la modernidad, la independencia de los poderes y de la justicia, la investigación universitaria, los descubrimientos y nuevos inventos; y sin duda también la valentía que ahi existen. Es decir todo lo que nosotros tenemos el derecho de admirar. Los hombres que organizaron la reunión de Wannsee, en la que se decretó el exterminio de los judios de Europa ya murieron. Naturalmente, al igual que todos nosotros, usted seguirá ese destino. Deseo solamente para usted mismo, para el pueblo persa, para los jóvenes niños de Irán que le sobreviviran, que nadie se sienta con ganas de ir a escupir sobre su tumba. FRANÇOIS LEOTARD, (ex Ministro frances), julio de 2006.

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