Cuando inicié este blog, hace poco más de un año, pensé que me resultaría difícil actualizar los comentarios por falta de tiempo, pero también por falta de temas. Acerté en lo primero y me equivoqué en lo segundo. Hay días en los que podría escribir dos e incluso hasta tres posts. Sin embargo, no puedo hacerlo porque las clases como profesor de Filosofía, Ética y Ciudadanía en un instituto y como alumno en un euskaltegi no me dejan horas libres suficientes para poder compartir con vosotras y vosotros la actualidad al ritmo que me gustaría. Ahora mismo, dudo si optar entre la sinrazón de Hosni Mubarak, dispuesto a morir matando para aferrarse al poder, o la sumisión de Zapatero ante Angela Merkel, decidido a ser el mejor representante en España del mercado, la banca y la patronal. Actuar contra los derechos de la ciudadanía, sean éstos políticos, económicos o sociales, parece un virus contagioso, que se expande por el mundo, salvando las diferencias, que son muchas y profundas. Gobernar contra las personas, sin escucharlas, sin tomarlas en consideración, es un acto de prepotencia e intolerancia, que atenta contra la democracia y la libertad en cualquier lugar del mundo y antes o después ese malestar latente, esa furia contenida, terminan por estallar. Una pena.