Parece mentira pero los fans de Belle & Sebastian ya pueden apuntar el 19 de septiembre como el día en que por fin podrán asistir al cine a ver God Help the Girl, ópera prima de su cantante y compositor Stuart Murdoch tras años de espera y muchas canciones sobre esa chica llamada Eve.
Tras un tiempo recluida en un hospital y evadiéndose de sus problemas escuchando música, Eve descubre una forma para combatirlos: hacer canciones. Es entonces cuando decide fugarse y vivir su aventura en la ciudad de Glasgow, donde conocerá a James y Cassie, otros dos jóvenes rebosantes de amor por la música.
No voy a negar que entré algo pavoroso al cine. Desde mi adolescencia las canciones de Stuart Murdoch me han salvado en cierta forma. Temía que mi devoción por él me hiciera echarle un morro increíble y únicamente deshacerme en elogios ante su nueva aventura. Al mismo tiempo podía esperar que esta excursión diletante del artista fuera de su disciplina le saliera rana. Y al final ni una cosa ni la otra. ‘God help the girl’ presenta una serie de aciertos y tropiezos previsibles en una primera película.
Se llevaba hablando del proyecto cerca de diez años y parecía que nunca iba a llegar. Todo empezó con una serie de canciones que Stuart descartó para su banda por no encajar bien. Posteriormente vino su cartel buscando cantantes femeninas (en el que se especificaba que se debían abstener las imitadoras de Céline Dion), lo que se materializó en el disco de 2009 llamado ‘God help the girl’, germen de este film donde ya se podían conocer a sus personajes. En múltiples entrevistas se podía leer que Stuart no era muy aficionado a los musicales y que quería hacer una película con recuerdos al cine ochentero de John Hughes. La verdad es que esa influencia citada no se aprecia demasiado, ya que como era de esperar la película está plagada de reminiscencias a la Nouevelle Vague o al Free Cinema, ya presentes en los videoclips que el propio grupo dirigía. Y es aquí donde uno se encuentra uno de esos primeros tropiezos. El deseo de Stuart de querer mostrar todos sus fetiches hace que en algunos momentos tanto cliché retro hagan que el espectador se atragante, teniendo que soportar el enésimo homenaje al bailecito de ‘Bande à part’. Del mismo modo es imposible conectar con algunas escenas de un calado tan hipster y forzado que roza lo ridículo (¿es práctico en este siglo que vivimos llevarse un tocadiscos para ir a hacer piragüismo?).
Las imperfecciones están ahí. No se pueden ocultar. La historia puede pecar de simple y de cierta autocomplaciencia, además de no saber explotar el humor presente. Pero no por ello hay que dejar de alabar su toque de frescura y luminosidad entre tanto revoltijo. ‘God help the girl’ brota como un homenaje la música como compañera más que como arte. Muestra como crear tu grupo de música es una aventura maravillosa que te puede salvar.