Nada parecía indicar que tras el malogrado Godzilla de Emmerich, el monstruo japonés volvería a asaltar las taquillas de todo el mundo con el sello Hollywood. En esta época plagada de reboots, la Warner no ha dejado escapar la oportunidad. Si bien es cierto que el reboot de Gareth Edwards supera con creces a la ridícula versión de 1998, también lo es que el resultado final es tremendamente irregular y sus aspiraciones de melodrama familiar se quedan en papel mojado y no precisamente el de los kleenex a los que parece apelar en varios momentos.
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Lo mejor: los créditos finales y la batalla final.
Lo peor: su querencia hacia lo lacrimógeno.
Nota: 6
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