Godzilla vs drama familiar vs MUTO’s

Publicado el 20 mayo 2014 por Cinéfilo Criticón @cinefilocritic

¿Por qué tanto odio? ¿Qué les hizo esta lagartija mutante para ser despreciada por algunos que piensan que no apareció tanto como debería? ¿Acaso no fue suficiente el trauma de hace 16 años? En ese entonces Godzilla con todo y sus patas de pollo abundaba en una versión despreciable que ténganlo por seguro destrozaré en otra ocasión.

¿Que se desperdicia demasiado tiempo en el drama familiar? Correcto, eso no lo voy a negar. Pero también deben de entender que forma parte de este género. Si no conoces las almas a las que vas a torturar con destrucción a gran escala, entonces esto se vuelve en un Big Brother versión Godzilla. El problema fue que este par de individuos no tenía nada de especial, haciendo un total desperdicio esos periodos de tiempo dedicados a ellos. Gran equivocación el hacer a un lado tan temprano a Joe Brody (Bryan Cranston), para luego reemplazarlo por el GI Joe genérico de Ford Brody (Aaron Taylor-Johnson). De seguro fue sabroso para los ojos de la chicas, pero para el resto era otro héroe vestido de soldado tan abundantes en las aventuras de Michael Bay.

Quiero pensar que el actor Aaron Taylor-Johnson fue víctima de un director que lo mantuvo bajo control todo el tiempo y de un libreto que lo utiliza como excusa de testigo presente. Su mayor defecto no es el que muestre seriedad, control o hasta prudencia, se entiende después de la serie de bufones que abundaron en la versión anterior, lo que no se perdona es que al final del día es una persona no interesante. Si algo lo hubiera aplastado, nadie hubiera derramado alguna lágrima. Sin importar su trauma infantil, su necesidad de proteger a su familia o evitar la destrucción de la humanidad; este individuo es como un extra en su propia película.

Después del actor Bryan Cranston, el único que se salva es Ken Watanabe porque de todos fue capaz de expresar asombro y hasta admiración ante la enorme bestia. Ni sus incoherentes explicaciones de la naturaleza de los MUTOS’s evitaron destruir un personaje que sirve como tributo a los orígenes japoneses del gran “Rey de los Monstruos”.

Tremendamente decepcionado del libreto de Max Borenstein, David Callaham y Frank Darabont, que entre más explicaciones nos daban, más se hundían en su incompetencia. Hay niveles de aceptación de los hechos para que una película se pueda dar, pero en esta ocasión era una constante que cada 5 minutos había huecos que desafiaban la lógica. 15 años en espera de los protagonistas para que salga de su cascarón el monstruo. ¡Por favor! Una parada obligada en la paradisíaca isla de Hawái porque el MUTO (Organismo Terrestre No Identificado) quería comer su submarino (y no hablo de la golosina). Ecolocalización a miles de kilómetros de distancia. Destrucción masiva de Las Vegas y de paso San Francisco porque por lo visto estos seres se sienten solos y necesitan de edificios gigantes, además de ser incapaces de salir por la costa tan abundante de California en donde no hay ninguna casa que dañar. Puras excusas que si no fueran por la dirección de Gareth Edwards estaría lanzando misiles y bombas.

El principal impulso que tiene la trama, resulta ser uno tan antiguo como los animales que vemos en pantalla: el amor. No crean que me he vuelto loco. Todo lo que hacen los MUTO’s resulta ser porque desean estar juntos y procrear. Nada original considerando que la innombrable versión de Roland Emmerich hace uso de la misma motivación, solo que de un Godzilla bisexual. Pero regresando al tema, si somos objetivos, lo que presenciamos es una tragedia romántica donde Godzilla es el villano por querer destruir tal unión. Y ahí los tienes luchando a muerte con la explicación de ser el predador alfa y que instinto esto, instinto aquello. cuando la verdad no existe lógica o coherencia biológica a lo que vemos en pantalla. Por más radiación que hubiera existido en el pasado, todos estaríamos muertos.

Por enésima vez es el talento del director quien salva una película de su propio libreto. Es verdad que oculta demasiado a Godzilla, hasta raya en el insulto cuando por fin vemos al gigante gritar en toda su gloria, listo para luchar con su némesis y luego de repente cambia la escena a un niño acostado en un sofá. ¡Maldita seas Gareth! Tanto soportar escenas de investigadores y militares para llegar a una buena pelea entre dos titanes, y luego me muestres el dedo. Si no querían sobreexplotar al monstruo entonces hubieran editado la película a algo más compacto, con un desarrollo y clímax marcado, no su serie de batallas incompletas en donde vemos huellas, escombros, destrucción. Una vez es aceptable, dos, tres, pero el resto rayan en el límite de la tolerancia. De todas formas lo llego a perdonar, porque aún con tal abuso de esconder la atracción principal, este tiene meritos porque lo hace digamos que de forma artística: ya sea mediante humo, oscuridad, bajo el agua, sonidos. Todo lo anterior crea esas ansias por ver a Godzilla y digamos que es hasta el final cuando salimos recompensados por tanta abstinencia.

Cuando llega el caos… ¡oh ese glorioso caos de multitudes gritando desesperadas por salvar su vida! Este resulta ser de lo mejor que hemos visto en mucho tiempo. Gareth Edwards no solo tiene respeto Godzilla, si no que hasta lo glorifica al brindarnos escenas magníficamente coreografiadas, que te llegas a olvidar que son un montón de pixeles en un ordenador. Esos instantes de destrucción a gran escala son suculentos. Si por algo recordaré la película es por su clímax con criaturas gigantes luchando a muerte, y ni como dejar de salivar a ese instante de magia pura que involucra el aliento marca pastillas Halls.

El uso de niños como testigos de la acción es otro acierto que pudo haber sido contraproducente, sin embargo en cada una de las grandes secuencias son utilizados como emisores de asombro, miedo y hasta terror. Desde la niña que presencia el tsunami, el del tren y los escolares que se encuentran en el camión; todos ellos contribuyen al objetivo de magnificar un evento que debería ser risible y fuera de lógica.

El estilo tan visual y cautivador como se enmarcan las escenas de destrucción se vuelven un atractivo que se veía venir desde los avances. El trabajo de efectos digitales será reconocido y difícilmente habrá competencia cuando llegue la temporada de premios. Mientras que los monstruos de Pacific Rim tiene un aspecto más de caricatura, los de Godilla llegan a brindar un estilo más realista con colores grises, texturas y movimientos que reflejan su escala y hasta un peso de miles de toneladas que se hacen sentir en la butaca.

Por fortuna los errores cometidos por un libreto absurdo y personajes inútiles se vuelven detalles menores cuando exitosamente llevas a la pantalla la mejor interpretación de una lagartija mutante. Después de todo este es un género al que se debe de evaluar por su Kaiju y no tanto por otros elementos que resultan vitales en otras cintas. Deben de recordar que el título de la película es Godzilla y no precisamente militares idiotas, investigadores despistados , familiares y anexos. Agradezco el intento por querer ser una aventura más completa, pero no les salió y debieron de haberse dado cuenta de ello conforme avanzó el proyecto para realizar una severa edición.

Será interesante ver si en la secuela a venir eligen entre Godzilla o volver a intentar complacer a un público con una película completa. Existe un gran riesgo porque ya no será la novedad como subsanar la millonaria inversión que representa. Cualquiera que sea su decisión, esta lagartija gigante está para quedarse y no volver al limbo donde alguna vez un tal Emmerich se encargo de abandonarla.