La historia se desarrolla durante la Gran Depresión, protagonista subsidiaria del film a la que se alude directa e indirectamente a lo largo de todo el metraje. De hecho, uno de los primeros números musicales que podemos ver es el famosísimo We´re in the money, cantado por Ginger Rogers y coreografiado por Busby Berkeley. La letra es toda una declaración de intenciones, una suerte de arenga para las masas, a quienes se les anima a creer que ¡tenemos dinero: prestémoslo, gastémoslo, usémoslo como sea!.
Para quienes no hayan visto la película, les puedo asegurar que éste es el número menos elaborado de todos. En Gold Diggers podemos ver las complejas y efectistas (pero efectivas) coreografías de Busby Berkeley, en donde abundan las formas geométricas realizadas por decenas de showgirls, una delicia visual que LeRoy sabe filmar a la perfección, ayudando con la dirección a conseguir varios caleidoscopios.
Evidentemente, estos fantásticos números musicales conforman uno de los alicientes de la cinta, pero no el único. El plantel de actrices y los vertiginosos diálogos son la otra gran baza. Joan Blondell (la diva), Aline MacMahon (la divertida), Ruby Keeler (la ingenua) y la ya mencionada Ginger Rogers (aquí como secundaria entrometida), soportan el peso de las tablas, acompañadas por Dick Powell en el papel de compositor y forzoso productor de un nuevo espectáculo.
Las auténticas Gold Diggers
Aunque aquí todas las actrices y amigas (comparten piso) se unen para conseguir comunes objetivos, por momentos me recordaron a las damas del teatro de Stage Door (Gregory La Cava, 1937), pues, no nos engañemos, algún puñal sale despidido en dirección muy certera, como "mientras existan aceras no te faltará trabajo". Licencias de las pre-code girls...
Entremedias, el vodevil, claro está, en donde los hombres son exprimidos económicamente. Con todo, las chicas tienen buen fondo, y aunque alguna que otra se haya aprovechado de más, todas terminarán recompensando al incauto con un feliz emparejamiento.
En definitiva, en el fondo y en la superficie, Gold Diggers of 1933 es un soplo de optimismo para tiempos duros que dejará al espectador con querencia hacia los musicales un buen sabor de boca y, seguramente, una sonrisa con el The End.
Una fantasía de Busby Berkely