En 1984 Rinus Michels retomaba el control del seleccionado de Holanda una década después de haber sorprendido al mundo con el “Fútbol Total” desplegado por Johann Cruyff, Johnny Rep, Ruud Krol, los hermanos Van der Kerkhof, entre otros, pero que no pudo consagrarse en el Mundial de Alemania en la final ante los anfitriones. Casi como una ironía del destino, en 1988 tuvo que regresar a tierras germanas, pero para disputar la Eurocopa.
El equipo no tenía la calidad del de hace 14 años, pero igualmente era totalmente respetable. Un seleccionado con jugadores de la talla de Ronald Koeman, Ruud Gullit, Frank Rijkaard y Marco Van Basten, por citar algunos, no debía ser subestimado en absoluto. Justamente éste último fue gran protagonista de la competición.
En primer lugar, en la ronda inicial, había anotado un hat-trick ante Inglaterra. Pero eso pareció algo menor al compararse con el haber sido responsable de la “venganza” naranja ante los alemanes en las semifinales, ya que anotó sobre la hora el gol que dejó a su seleccionado en el partido decisivo. Años después, Michels reconoció: “Todos sabíamos que la semifinal era la verdadera final”.
Otra vez los naranjas iban a una final. En este caso el rival era la Unión Soviética, con quienes se enfrentaron en la primera ronda, y cayeron 1-0 con gol de Vasyl Rats. Pero la historia fue distinta, y Van Basten, cuyo verdadero nombre es Marcel, volvió a dejar su sello, con una espectacular volea desde un ángulo prácticamente imposible, cerrando así la cuenta del partido, ya que previamente Gullit había roto el cero.
14 años después de haber sufrido una de sus decepciones más grandes, Holanda pudo levantar un trofeo, en este caso, a nivel continental. Van Basten fue gran responsable de esto, aunque su volea fue la que terminó coronando a su seleccionado.