Golfo de Saint Tropez

Por Jmbigas @jmbigas
Saint Tropez forma parte del imaginario liberal, libertario y libertino de todos los que en los años 60 levantábamos algo más de un palmo del suelo.

Viejo puerto de Saint Tropez
(JMBigas, Julio 2010)

Saint Tropez fue el primer pueblo liberado por los aliados tras el Desembarco de Provenza, durante la Segunda Guerra Mundial. En los años 50 se convirtió en una estación balnearia de primer nivel en la Costa Azul, y empezó a ser frecuentado por celebridades de diverso cuño: millonarios (especialmente británicos y americanos) que iban a descansar a la French Riviera, los genios de la Nouvelle Vague, la generación yeyé, y así hasta hoy. Saint Tropez nos sugiere Al Final de la Escapada y a Brigitte Bardot en sus mejores tiempos. Cuando hablamos de la Costa Azul, la primera imagen que se nos viene a la cabeza es Niza, Cannes y Mónaco. Niza, una deliciosa ciudad, es la población más importante de la zona, en la llamada Baie des Anges (Bahía de los Ángeles) y su Promenade des Anglais es mundialmente conocida. Cannes es famoso por su Festival de Cine, por sus playas y por La Croisette. Y Mónaco ha estado en las revistas del colorín durante muchos años, gracias a su familia principesca de cuento.

Aglomeraciones en Saint Tropez
(JMBigas, Julio 2010)

Todas estas localidades corresponden administrativamente al Departamento de los Alpes Marítimos, fronterizo con Italia. Pero la Costa Azul se extiende hacia el oeste, prácticamente hasta las puertas de Marsella. Toda esa zona corresponde al Departamento de Var, tristemente famoso casi todos los veranos por los pavorosos incendios forestales que acostumbran a producirse ahí. Sorprende que no haya habido más sucesos dramáticos, pues el paisaje más habitual son las laderas completamente cubiertas de bosque mediterráneo, y plagadas de casitas. Y también es conocido, claro, porque ahí, en Cap Nègre, no muy lejos de Saint Tropez, acostumbraba a veranear Nicolas Sarkozy en una finca muy privada propiedad de la familia de Carla Bruni.

Saint Tropez desde Sainte-Maxime, al otro lado
del Golfo.
(JMBigas, Junio 2012)

Geográficamente hablando, Saint Tropez es prácticamente un cul-de-sac, ya que se encuentra en la península que cierra al sur el golfo de su mismo nombre. El acceso más habitual al pueblo es por la carretera costera desde Sainte-Maxime (al norte del golfo). Esta ruta puede convertirse en un atasco permanente durante la temporada alta, especialmente en Julio y Agosto. Si el visitante consigue llegar a Saint Tropez, la circulación prácticamente le obliga a dirigirse a uno de los grandes aparcamientos de pago en el entorno de la bahía. A partir de ahí, hay que echarse a andar, por todo el paseo marítimo que rodea a la bahía y hacia el interior del pueblo. Saint Tropez está habitualmente atestado de público en general, que acude allí al reclamo de su imaginario personal, buscando localizar algunas celebridades o queriendo fotografiar los yates más grandes del mundo (como en Montecarlo o en Puerto Banús).

Playa de Sainte-Maxime
(JMBigas, Junio 2012)

Más de una vez he tenido que desistir de visitar Saint Tropez, después de llevar atascado bastante tiempo, todavía a una docena de kilómetros del pueblo. Eso me ha permitido conocer alguna otra localidad costera próxima, como Cavalaire-sur-mer, en ruta ya hacia Toulon. Esta localidad tiene un gran puerto deportivo, donde los barcos y yates acostumbran a ser de tamaño más humano que las descomunales moles que se exhiben habitualmente en la bahía de Saint Tropez. La última vez que estuve en Saint Tropez (en Julio de 2010), fue durante una visita en ruta, al mediodía. Me apetecía un almuerzo con pescado fresco (que se encuentra a faltar tras unos cuantos días de viaje por Francia, a base de carnes, pizzas y bocadillos). Todos los quais que rodean al viejo puerto de Saint Tropez (quai de l'Épi, quai Gabriel Péri, quai Suffren, quai Jean Jaurès) desbordan con oferta de restauración, pero principalmente centrada en comida rápida de todos los tipos y estilos, que supongo es lo que tiene mayor demanda entre los visitantes del pueblo.

Paseo Marítimo en Cavalaire-sur-Mer.
(JMBigas, Agosto 2008)

Tras un par de vueltas de reconocimiento, el único restaurante que me ofreció ciertas garantías a mis propósitos era uno con manteles de tela y apariencia bastante lujosa, llamado Joseph l'Escale. Aparte, era casi el único donde se veía de forma manifiesta que había mesas libres. La verdad es que comí magníficamente, pero de la cuenta mejor ni hablar. Nunca me he alojado en Saint Tropez. La oferta hotelera no es muy amplia y, en general, es astronómicamente cara. Hay también hotelitos frente a la playa, junto a la carretera, en el camino desde Sainte-Maxime. Pero en ellos dependes para todo del coche.  Este año volví a la zona, y escogí un hotel en el centro de Sainte-Maxime, el Hotel Le Petit Prince. Situado en la Avénue de Saint-Exupèry, a no más de 100 metros del mar, resultó ser una elección excelente. Un hotel relativamente pequeño, pero moderno y dotado de todas las comodidades. Dispone de aparcamiento interior propio (todo un lujo en la zona), y a mí me dieron una habitación con terraza en la planta baja, que fue una auténtica gozada. Me enfrenté de nuevo a mi apetencia por una cena con pescado fresco, despertada y avivada por encontrarme junto al mar. Pregunté en el hotel por un buen restaurante para comer pescado y la recepcionista (argentina, por cierto; muy alborozada por tener un huésped español) me recomendó sin dudar un restaurante en el paseo marítimo, a pocos cientos de metros del propio hotel. Me indicó que les dijera que venía de parte del hotel (uy, uy, uy, que eso olía a comisiones).

Port Cavalaire, en Cavalaire-sur-Mer. Al fondo, colinas
boscosas plagadas de casitas.
(JMBigas, Agosto 2008)

Decidí acercarme a la zona de la playa, y ver en persona la oferta que Sainte-Maxime tenía para mí. La población está preparada para un turismo básicamente familiar, y en Junio había bastantes parejas senior. Tras la preceptiva vuelta de reconocimiento, debí reconocer que el restaurante recomendado (llamado La Gruppi) era sin duda el que más garantías me ofrecía (a la vista, por lo menos) para mis propósitos esa noche. Tras identificarme, ocupé una mesa de las poquitas que tenían en la exigua terraza y me enfrenté a una cena deliciosa y opípara. Unos medallones de foie tibios, un Saint-Pierre grillé (un pescado plano parecido al lenguado, pero de filetes más bien triangulares) y un rosado de Provenza con aroma de frambuesa (auténtico) Château de Bregançon. Tomé un Coronel de postre y la casa me invitó a una copa de cognac. Eso sí, acabé pagando una cuenta simplemente inenarrable (de tres cifras). Como mi mesa estaba junto a la carta expuesta a los viandantes, vi pararse a infinidad de grupos para ver lo que ofrecía el local, y la gran mayoría salía huyendo a continuación. Una señora mayor, acompañada de su marido, insistió hasta la extenuación en que le invitara a cenar en ese restaurante esa noche. Le dijo que había oído que ese era el mejor restaurante de Sainte-Maxime y que no había duda. Pero el marido, como los toros cuando levantan arena del albero con las pezuñas, fue reculando y al final consiguió llevarse a su mujer a otros paisajes más económicos.

Complejo de la Maison des Vins de Provence, en
Les Arcs-sur-Argens.
(JMBigas, Junio 2012)

Sólo estuve una noche en Sainte-Maxime, porque había escogido esa zona como final de una larga etapa que había empezado en Chalon-sur-Sâone (en la Borgoña), y que incluyó una parada en la Maison des Vins de Provence, en Les Arcs sur Argens, a pocos kilómetros de Sainte-Maxime, hacia el interior. La región llamada PACA (Provence-Alpes-Côte d'Azur) produce muchos tipos de vino. Hay algunas denominaciones de origen minúsculas (por el escaso territorio cubierto) como las de Bandol, Cassis o Bellet (casi testimonial, en las colinas sobre la ciudad de Niza). Pero la denominación más extendida es la de Côtes de Provence (a la que en los últimos años le han aparecido algunos apellidos también). Se producen buenos tintos y blancos, pero la estrella de la región es el Rosé de Provence, un vino rosado muy singular, sutil, del color de los pétalos de una rosa (color de rosa). Muy pálido, a veces cuesta incluso distinguirlo del vino blanco, pero es realmente delicioso, especialmente tomado fresquito, y si es junto al mar, mucho mejor. La región produce el 6% del total del vino francés con AOC (Appélation d'Origine Controlée), pero hasta el 38% del total de vino rosado. En la zona, el vino rosado representa hasta el 88% del total de la producción.

Pasillos y expositores, en la bodega de la Maison des
Vins de Provence.
(JMBigas, Julio 2010)

El rosado de Provenza se diferencia muchísimo de los clásicos rosados de garnacha o de Cabernet Sauvignon, que son de color rojo subido (más próximos a lo que tradicionalmente se ha conocido como claretes). Nada que ver con los rosados de Navarra o el Somontano, o con los rosados del Languedoc (especialmente los Tavel y Lirac). Junto a la carretera nacional 10 (que discurre prácticamente paralela a la autopista A8 que conduce a Niza e Italia), en el término municipal de Les Arcs sur Argens, entre los núcleos urbanos de Le Muy y Vidauban, se encuentra la Maison des Vins de Provence. Una amplia instalación multipropósito, que incluye restaurante, salones para eventos y una tienda-bodega con una oferta inacabable de vinos Côtes de Provence. La propia organización de la bodega refleja la cartografía de la zona: el borde marítimo (incluso hay un par de productores en la isla de Porquerolles, cerca de Hyères), los valles interiores, los diversos macizos, o la Sainte Victoire, una espina montañosa singular, más al oeste, en Trets, cerca ya de Aix-en-Provence, que recientemente ha conseguido ponerle su apellido a los vinos producidos en sus faldas. La Maison des Vins de Provence bien merece una visita, para llevarse un par de botellas de recuerdo o un par de cajas para la bodega del verano. Y todo ello se articula a unas docenas de kilómetros alrededor del Golfo de Saint Tropez, con las propias playas de Saint Tropez orientadas prioritariamente al norte, y las de Sainte-Maxime, al sur.

Los vinos están organizados por su zona geográfica,
en la Maison des Vins de Provence, en Les Arcs.
(JMBigas, Julio 2010)

Para quien no conozca la zona, yo le recomiendo escoger un alojamiento para, al menos, un par de noches, de modo que se disponga de un día completo para recorrer los alrededores del Golfo. Puede elegirse entre algún hotel lujoso (y caro) en Saint Tropez, un hotelito más discreto y económico en Sainte-Maxime, o alguno de los múltiples hoteles costeros esparcidos en el área. Si se busca algo más económico, se pueden conseguir buenas opciones más hacia el interior, en las proximidades de la autopista, por la zona de Vidauban, por ejemplo. Con todos sus inconvenientes (grandes aglomeraciones de visitantes, especialmente en verano; precios más bien caros, especialmente en temporada alta), una visita a la zona del Golfo de Saint Tropez resultará, sin duda, inolvidable.

Aparte de las fotografías que he seleccionado para ilustrar este artículo, podéis acceder a una colección más completa (de 32 fotografías) del área del golfo de Saint Tropez, pinchando en la foto siguiente.

Golfo de Saint Tropez


JMBA