La ministra de Seguridad Patricia Bullrich montó un aparato represivo en las calles de Buenos Aires, un virtual Estado de Sitio que, definitivamente, traspasó los límites de las garantías individuales (personal de la fuerzas ascendía al transporte público amedrentando, buscando posibles manifestantes y filmando a los pasajeros), aunque el espectáculo no cumplió el objetivo de amedrentar a la protesta que se instaló en la Plaza de Mayo como cada 20 de diciembre desde hace 22 años. El día culminó con los anuncios planteados por el presidente caníbal a las 21 hs. a través de un DNU de alcances destructivos del trabajo, la industria y la libertad, y que ejecutan una ruptura del sentido común y de los mecanismos que determinan la existencia de tres poderes propios de una democracia. Para decirlo simple: es un fujimorazo para cerrar el Congreso por cuatro años. En la práctica es casi como asumir la suma del poder público, o, lo que es lo mismo, crear un Golpe de Estado.
Para muchos de los temas planteados en el DNU ni siquiera hay necesidad (en todo caso eso debería plantearlo el gobierno como proyecto y discutirse en el Congreso), y para ninguno (ninguno) urgencia en modo que justifique prescindir del debate legislativo. Menos con un gobierno que ya lleva 10 días de mandato y aun no convocó a sesiones extraordinarias para discutir nada.
Para darse una idea del absurdo jurídico total del decreto, reparemos en que citan como antecedentes el Decreto 1096/85 de Alfonsín por el que se creó el Austral, y el Decreto 214/02 de Duhalde de la pesificación. Es decir que para Milei y su gobierno es lo mismo cambiar el signo monetario del país (aclaremos que el DNU no dolariza, por las dudas) o cambiar la moneda en la que han de cumplirse los contratos y obligaciones, que -por ejemplo- modificar la Ley del Deporte.
Es tan vergonzoso el decreto que en sus considerandos (al afirmar como ciertos hechos que es muy fácil probar que son falsos) incurren en falsedad ideológica de un instrumento público, lo que es un delito contemplado por el artículo 293 del Código Penal. El DNU no supera no ya el más mínimo test de razonabilidad constitucional, sino lógica, y su suerte incluso judicial (en un país normal) no sería dudosa. Dicho ya que su ratificación por el Congreso supondría complicidad de los legisladores que presten su voto a esos fines con un golpe institucional contra la Constitución y la democracia, lo mismo vale para los jueces (incluidos los de la Corte Suprema) que se presten a convalidarlo. En tal caso les cabría la destitución por juicio político, por fallar en contra de la Constitución. Sanción a la que ya se han hecho merecedores Milei, el Jefe de Gabinete y los ministros habiendo firmado semejante libelo vergonzoso. Eso sin siquiera entrar a considerar su contenido (lo que en algún momento haremos, que es más espantoso aun, y solo tiene por objeto armar una "madrioshka" de negocios del poder económico. El DNU no resuelve ninguno de los problemas serios que el país tiene y agravaría varios.
Segundos después que el caníbal presidente terminó su mensaje grabado y leído, grupos de vecinos autoconvocados se movilizaron hacia el Congreso de la Nación. La manifestación se fue dando en casi todo el país con la reaparición en escena de los cacerolazos. En CABA, desde Boedo, Caballito, Parque Patricios, San Telmo, San Cristóbal, Barracas, Almagro, Palermo y Belgrano, varios grupos comenzaron su marcha hacia el palacio legislativo hasta horas de la madrugada. Ahora los legisladores tendrán la palabra.
El poder ejecutivo recientemente electo por el 55% de los votantes está llevando a cabo un golpe de estado que pone al país fuera del estado de derecho. La legitimidad del resultado electoral no se extiende al ejercicio del poder, que está arrasando con la vigencia de los derechos ciudadanos, la división de poderes y el orden jurídico constitucional.
Hoy sabemos cómo y cuándo las clases dominantes han decidido abandonar la dificultosa senda democrática. Lo que no sabemos es cómo y cuándo este gobierno de facto se termina ni en qué condiciones quedará el país al cabo de esta aventura temeraria.
Sabemos que lo que hoy parece un poder de avasallamiento irresistible terminará cayéndose como un piano y que este 20 de diciembre de 2023 Argentina ingresó en una caverna dictatorial.
Simular normalidad institucional no funciona por muchos días. Hay que hacerse cargo de que hemos sido despojados de nuestros derechos ciudadanos, no importa cuántos votos tengan ni qué parte de la diligencia política, judicial, empresarial y sindical, por acción u omisión, se allanará a este golpe.
Nuestra actual debilidad no les da la razón a los golpistas. Tarde o temprano el pueblo argentino deberá reparar este daño que se infligió a sí mismo.
Los libertarios están convencidos que la "libertad" se refiere exclusivamente a la economía capitalista y a la competencia empresarial. Sus ideas laborales implican fundar la esclavitud del siglo XXI. ¿Democracia? Bien, gracias... Pero tranquilos que próximamente podremos vender nuestros órganos al mejor postor, esa es la parte buena del plan del caníbal.
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El nivel de violencia de todo tipo al que estamos siendo sometidos (económica, social, verbal, institucional, simbólica, psicológica, de clase) no augura nada bueno a futuro, y recordemos que la última que dijo algo parecido a "El que corta no cobra" (no con esas precisas palabras pero con la misma la idea) fue María Antonieta. Y ya sabemos como terminó. Desde Mengele para acá se sabe que los experimentos con seres humanos pueden terminar mal, y éstos gobiernan como una banda de Mengeles drogados.
Hace tiempo, mucho tiempo, que la "grieta" creada por quienes se benefician de una comunidad dividida dejó de ser peronismo - antiperonismo o populismo - antipopulismo. La verdadera grieta que hoy atraviesa a la política y la sociedad argentina es Democracia versus Autoritarismo. O mejor aún, Humanismo versus Antihumanismo.
Y en medio de todo eso, el loco caníbal y presidente terminó su discurso, invocó a su Dios (de Mercado) y se despidió. ¿Que podría salir mal?