Golpeando las puertas de la cárcel

Por Carolina Guzman Sanchez @RevistaPazcana
Artículo Narrativo No.005 – 30 de marzo de 2021

Por Kominsky*

No siempre se encuentra lo que se busca, pero en ocasiones se logra más de lo esperado.

Lo aprendí en las largas rebuscas de melómano coleccionista de vinilos, que mas allá del hallazgo de algún incunable postludio, disfruta del proceso.

Aquella tarde, el frio atravesaba el grueso aluminio del tren que conduce al barrio de Bronzeville, Chicago. Nevaba, algo previsible cada enero, y de la calle 35 había aun 3 cuadras hasta la tienda de discos usados.

Allí trabaja Rick, dueño de este espacio de venta y reventa, quien detrás de su mostrador consumido por el paso del tiempo y su empeño por evidenciarlo, lanza una mirada curtida en experiencia y responde con una sonrisa o un gesto de fastidio al detectar al preguntador insistente que termina de manera invariable de manos vacías.

En estos lugares es bueno construir una relación de confianza con quien ordena y decide el criterio de ese orden. Era mi caso.

A través de Rick había alcanzado hacerme de singulares ediciones y en contraparte el había logrado obtener una valoración justa a su pieza.

No recuerdo la motivación ni sugerencia, intuyo en retrospectiva pudo ser la nevada y la ausencia de clientes, pero terminamos escaleras abajo en el depósito del edificio, rodeados de cajones de mercado repletos de cientos de miles de discos impecablemente conservados y dispuestos.

Rick encendió una lámpara de luz cálida, nos  acomodamos al pie de un antiquísimo toca discos y propuso:

  • Toma un disco al azar, dime un número al azar y veamos que tanto sabemos sobre la historia o motivación detrás de esa canción.

En primera instancia me pareció un juego desigual (medirme frente a un avezado en este arte), pero en definitiva me atrapaba la idea del desafío y muy probablemente el aprendizaje que obtendría de ese ejercicio.

Tomé el primer disco, intenté adivinar la cubierta mientras se lo entregaba, me pareció identificar “Desire”, de Bob Dylan.

Con ese presentimiento arriesgué, numero 1.

Los primeros acordes y  primera estrofa “Se oyen tiros que provienen del bar /  entra Patty Valentine del piso de arriba / ve al camarero tumbado en un charco de sangre / grita <oh dios mío los han matado a todos>….”.

No equivoqué, era el disco y la canción “Hurricane”, la cual mencioné a mi oponente, trataba la historia del boxeador originario de New Jersey, Rubin Carter, encarcelado injustamente por un triple crimen que no había cometido.

-Eso es parte de la historia, replico a secas, mientras aplastaba su tercer cigarro en un cenicero desbordado.

 En ese instante tome conciencia donde me encontraba, Bronzeville. Uno de los barrios afroamericanos más representativos de Chicago intercambiando ideas con un residente inherente a la identidad del vecindario.

Por consecuencia este devenir de conceptos sería mucho más interesante de lo previsto.

Rick prosiguió:

-Un ser humano atraviesa diferentes situaciones en su vida, unas más complejas que otras, pero cuando tu mayor desventaja radica en tu color de piel y tu condición social, toda causa se vuelve una lucha desigual.

Rubin Carter nació con ambas y fomento cada una de ellas entre reformatorios, huidas, persecuciones y episodios confusos que no hacían más que engrosar los expedientes policiales y la casería obstinada.  

Muchas veces los motivos evidentes esconden una realidad debatible, y ser negro en una sociedad donde la igualdad es retórica sin sustento, se presta a casos como el de Carter.

-Pero por encima de todo lo que dices, logró el apoyo de Dylan y gran parte de formadores de opinión. Todos a su favor.

-Eso no fue suficiente.

-No fue suficiente pero colocaron el tema en la superficie..

-Sí pero en la superficie aun quedan cosas más importantes por debajo y no se ven.

-Finalmente esta libre y eso puede que al final de la historia arroje un mensaje con mayor poder que las razones que lo llevaron a un encarcelamiento injusto.

-¿Pero quién devuelve los años vividos allí dentro, la degradación intelectual y las secuelas emocionales?

-Entonces tú no agregas ningún valor al gesto de Dylan o el apoyo de Muhammad Ali.

-No lo minimizo, pero no fue ni la razón ni el impulso determinante. Lo que llevo a ser declarado inocente fue su tenacidad inclaudicable y un grupo de personas que encontraron el espacio útil para liberarlo definitivamente de toda acusación o sentencia.

La única manera de entender una injusticia racial o de cualquier índole, es vivirla.

En ese punto de la conversación pude ver mas allá de mi creencia inicial, entendí que no existe el consenso absoluto inclusive en asuntos en lo que hay uno aparente, y que para cada hecho hay una forma de ver las cosas, que puede ser única, referido a lo personal. La verdad puede tener matices y todos poseen un sentido relevante.

Rubin Carter logro definitivamente su libertad en el año 1985, Rick y yo mantenemos nuestra amistad e intercambio de discos cargados de historias disonantes.


*Kominsky, nacido en Uruguay lector, articulista y narrador de raíces profundas en lo etérico. Ecléctico como pocos, comparte su punto de vista con nuestros contenidos.

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