Con tan sólo decir: «música oculta»,
salen como de un gong horas sonando
contra el fragor del día por ver cuándo
hiere a la aurora la hora más inculta.
Y poco más que carne aún insepulta
quedará vivo si se va secandoal aire y sus secuelas el nefando
circunloquio de tanta voz estulta.
Ya sólo letanías o rarezas,
fervores que se visten de antiguallas,se escuchan a las puertas del Congreso.
La Realidad murió con los canallas.
Y tú, votante insomne que aún le rezas,la ves hundirse por su propio peso.
Fotografía de autor no identificado. Tomada de aquí.