Medana es un territorio de miedos y desdichas que se trascriben a los lindes de los setos o las vallas de las viviendas unifamiliares que habitan unos inquilinos anónimos que nos recuerdan a esos otros personajes de los cuentos de John Cheever, que pasan su vida entre el tren que les lleva a la ciudad a trabajar (un trayecto que en ocasiones se vuelve tan turbador que les cambia la vida) y las relaciones entre vecinos, en esas típicas ciudades norteamericanas donde no hay nada mejor que compartir un vaso de whisky o una copa de vino en los momentos previos a la cena o en las visitas inesperadas de tu vecino. Radiografías que en definitiva son fotografías fijas de instantes de vidas no soñadas; y ahí es donde Calcedo se muestra impasible ante sus personajes, del mismo modo, que ha encarado su propia carrera literaria. No podemos sino aplaudir y disfrutar de esa decisión suya de alejarse de la novela para centrarse en el universo de las narraciones cortas, (a pesar de su escasa relevancia en el mundo literario español), porque con ella, aquellos que amamos la literatura en general, disfrutamos de esas radiografías de los deseos no declarados que se esconden tras sus relatos, y si vienen acompañados de una buena edición, como en este caso es la de Tropo Editores, mucho mejor.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.