PALABRAS DESDE EL BORDE DEL CAMINOPARA GONZALO ROJAS
[Gonzalo Rojas, que el pasado 22 de febrero sufrió un accidente cerebrovascular, venía desde entonces apagándose "lenta y dignamente", como declaró su hijo hace unos días a un periódico chileno, y hace sólo unas horas se ha ido definitivamente al encuentro de la Hueca. Descubrí su obra en 1987, en la edición española de El alumbrado y otros poemas. Por entre las páginas de aquel libro andaban Descendimiento de Hernán Barra Salomone, Adiós a Hölderlin, Qedeshím, Qedeshóth, Almohada de Quevedo y muchos otros que de inmediato me fascinaron. Pocos días después del acto de entrega del premio Cervantes al autor chileno, le trajo el profesor Victorino Polo a Murcia para compartir unas jornadas con los alumnos de Literatura Hispanoamericana de la Universidad. Su charla y posterior lectura comentada de algunos poemas produjo en mi ánimo un efecto parecido al que había descrito en El legado de Hamlet respecto de Nuestro Padre San Gastón nos habla de sus Versos Invisibles, salvo que si entonces el borrador del poema había surgido mientras escuchaba a Gastón Baquero, en esta ocasión fue ya en la soledad inquieta de la madrugada cuando el texto me asaltó de repente. El verso de la estrofa final con los remos apenas si sujetos por las yemas de los dedos reproduce —adaptadas mínimamente al decurso del poema— las palabras del símil que el propio Gonzalo Rojas utilizó para responder a la pregunta de un/a joven asistente sobre el uso de la técnica en la creación poética.]
Wikio