Good job

Publicado el 31 enero 2015 por Alvaromoral

Según Wikipedia Whiplash es “una película de 2014 del estilo jazz estadounidense, de música, drama escrita y dirigida por Damien Chazelle“. Andrew Neiman quiere ser el mejor bateria de la historia como ya lo fueron otros antes. Eso requiere no solo destreza, sino la perfección del método.

El corazón bombeante es uno de los efectos placenteros que se te quedan tras terminar de ver la película. El mérito está en gran medida en las geniales interpretaciones de J.K Simmos y del joven Miles Teller pero lo que resulta sorprendente es el frenético montaje que no es un capricho ni siquiera un delirio estético. Más bien creo que es la mejor manera de honrar el juego de la batería. Parece que Damien Chazelle supo transmitirle este pensamiento a su editor Tom Cross.

Me ha gustado ver a Jason Reitman entre los productores. Y debuta en dirección Damien Chazelle

— Toda La Vida Es Cine (@FTGaps) enero 28, 2015

La clave de esta historia la resume muy bien el profesor Terence Fletcher cuando dice que las dos palabras que más daño han hecho a la humanidad son “good job”. La palmadita en la espalda para dar ánimos puede convertirse en el mejor consuelo para los mediocres. Dicen que los generales victoriosos que entraban en Roma tras una conquista iban acompañados de un esclavo que les susurraban al oído “recuerda que eres mortal” . El método de trabajo de Fletcher se resume en derrumbar toda muestra de virtud en sus alumnos para que la rabia esté a flor de piel. Una rabia que saca al genio.

Es curioso cómo en español usamos la palabra genio para mostrar la clarividencia de una persona virtuosa y también la empleamos para indicar el enfado y la rabia. Es ese genio del que habla Fletcher. Normalmente las historias que cuentan la vida de genios recurren a personajes maltratados por la vida o marginados que con un don natural dedican su existencia a sobrevivir. Sin embargo, Whiplash cuenta la historia de un chaval de familia de bien que no tiene ninguna necesidad de sobrevivir solo con su genio sino que Chazelle coloca la historia en un lugar académico. Tantas veces pensamos que la estandarización es la pena de muerte de cualquier originalidad. Pero aquí el joven Neiman practica hasta la saciedad y aprende de los clásicos. No sé si es cosa mía, pero me ha sorprendido este punto de vista en la historia. Neiman no toca en un garito alejado de todo sino que toca en una banda oficial.

Whiplash como otras películas sobre música cuenta con un punto a favor muy importante que puede salvar una mala historia: la partitura musical. Hay quien dice que una mala escena con una buena canción gana puntos automáticamente. La historia de Whiplash es normalita, previsible, esquemática: alumno bien dotado sacrifica todo lo que tiene por llegar a una meta con la ayuda de su profesor. Sin embargo, la película gana consistencia gracias a las interpretaciones, la fotografía que hace que estemos todo el rato en un cuarto oscuro centrados en la mente de Andrew Neiman, y lo más asombroso de la película: el montaje meticuloso.

Quiero acabar haciendo un breve apunte. Quizá nos estamos acostumbrando a alabar películas que son unos magníficos ejercicios de estilo como Gravity, Birdman, Canibal, Locke o esta misma. Creo que el tiempo no las tratará tan bien más allá de recordarlas por su belleza formal.