Título original: Good
Director: Vicente Amorim
Guionista: John Wrathall
Intérpretes: Viggo Mortensen
Mark Strong
Jason Isaacs
Steven Mackintosh
Jodie Whittaker
Gemma Jones
Productores: Sarah Boote
Billy Dietrich
Kevin Loader
Dan Lupovitz
Miriam Segal
Fotografía: Andrew Dunn
Música: Simon Lacey
Montaje: John Wilson
Nacionalidad: Reino Unido
Alemania
Año: 2.008
Duración: 96 minutos
Edad: 13 años
Género: Drama
Distribuidora: Flat Cinema, S. L.
Estreno: 22-05-2.009
Página WEB: Web Oficial de la película
Web Oficial de la distribuidora en España
Tráiler de la película en You Tube
Calificación:
Crítica: 6,208 Espectadores: 141.269
Vizcaya: 6,006 Recaudación: 813.615,32 €
España: Puntos (Popularidad): 0
Rugoleor: Índice de popularidad: 0
Sinopsis:
Estrenada en el último Festival de Toronto, “Good” está protagonizada por Viggo Mortensen, que interpreta un personaje totalmente diferente a los que nos tiene acostumbrados, John Halder, un hombre bueno y honrado con problemas personales. Es profesor de literatura en la Alemania de los años 30 y publica una novela en la que explora sus circunstancias familiares y defiende la eutanasia. Varios políticos usan el libro para apoyar la propaganda gubernamental, y la carrera de Halder como escritor despega gracias a una optimista corriente de nacionalismo y prosperidad. Pero este cambio de suerte le hace tomar decisiones aparentemente sin importancia, pero con devastadoras consecuencias para las personas que le rodean. Basada en la aclamada obra del dramaturgo C.P. Taylor.
El montaje “Good” del dramaturgo C.P. Taylor, figura, según la National Review, entre las mejores cien obras teatrales del siglo XX. el listón queda pues bastante alto para la versión cinematográfica a cargo del brasileño Vicente Amorim, que tiene a Viggo Mortensen como máximo protagonista. El actor presta sus nórdicos rasgos a un escritor alemán cuya novela cae en gracia a un partido nazi en plena ascensión. No dudará ni un instante en entregarse a la causa.
Crítica:
25.05.2009 – JOSU EGUREN
El buen alemán
Durante las épocas de penuria económica es habitual que resucite ese viejo debate en el que se discute la relación directa entre los orígenes de la crisis y la degradación de nuestros valores, al igual que son ya clásicas las apariciones de visionarios estadistas que proponen un hatajo radical de nuestros problemas mediante la instauración de nuevos órdenes. También suele ser frecuente que las ideologías totalitarias utilicen como ariete de su fuerza bruta a una vasta masa compuesta por miles de mercenarios sin escrúpulos y matones, pero lo que realmente marca la diferencia, garantizándoles un hueco a perpetuidad en la Historia, es la capacidad que tienen algunos de estos movimientos para legitimar su raquítica ideología mediante el reclutamiento de un ejercito de intelectuales. ¿Alguien puede pensar en el Tercer Reich sin asociarlo con Speer, Riefensthal o Haushofer? El personaje protagonista de “Good” es uno de esos intelectuales germanos que engrasaron la maquinaria sangrienta del nazismo sin mancharse las manos de sangre, aunque su adhesión al régimen liderado por Adolf Hitler se entiende como el fruto de una concatenación de errores forzados. El primer paso hacia ese lado oscuro, que en la época de la Alemania nazi tomaba la forma de un salón resplandeciente, viene motivado por el miedo, pero según avanza el metraje vemos cómo Viggo Mortensen justifica su degradación moral aferrándose a un discurso que agota sus argumentos. Se nota que el conflicto moral que plantea “Good” ha perdido la consistencia de la que gozaba en sus orígenes teatrales (C.P. Taylor), en parte porque la cámara de Amorim cae rendida ante el embrujo de una suculenta recreación histórica que incluye esvásticas monumentales, campos de concentración y cristales rotos, lo que resta méritos a la interpretación de un Viggo Mortensen que tampoco es capaz de aflorar el tortuoso monólogo interior que consume a su personaje, que mucho tendría que aprender de Andrzej Munk y su magistral “Pasajera”.