Con el final de la serie, de todos modos, ha conseguido reunirnos a muchos de los que decíamos esas cosas en bajito, y al final nos ha unido en un pequeño club que no se avergüenza al reconocer que esos dos episodios finales hasta consiguieron hacernos llorar. Por lo que fue Glee, y por lo que nunca quiso, intentó o pudo ser. Por lo que aún a estas alturas era.
Porque sí, es muy fácil criticar a Glee por todo, pero si fuéramos justos, igual de fácil debería ser reconocerle todos los méritos que ha tenido, que no son pocos. Empezando por el principio, de hecho, con un piloto que fácilmente debería estar en la lista de los mejores pilotos de los últimos años. Porque sí, ahora es muy fácil tirarle piedras a la serie en general, pero a ese piloto le llovieron aplausos y alabanzas por ser original, por presentar estupendamente lo que era la serie, por tener ideas y ganas de hacer cosas. Y porque, así en conjunto, era absolutamente estupendo y eso no debería ser capaz de negarlo nadie.
No vamos a intentar fingir que Glee ha sido perfecta. No lo ha sido, ni mucho menos. Ni lo intentaba, claro. A las idas y venidas locas de personajes con cambios de personalidad ideados por un mono esquizofrénico hay que añadirle tramas que muchas veces no dejaban de ser absurdamente irrelevantes. O simplemente protagonizadas por unos personajes que al final a muchos acabaron resultándoles cargantes. Y con razón. Pero eso no le quita a la serie el mérito de ser ese desastre a veces tan genial que conseguía ser.
Sí, es muy fácil criticar a Glee por todos sus fallos, pero igual de fácil debería ser alabarla por todas las cosas que ha hecho bien. Por ser una serie que, a pesar de todo, tenía algo que contar. Por todos esos números musicales que absolutamente todos hemos sido incapaces de quitarnos de la cabeza durante semanas. Por ese nivel de implicación emocional que fans, actores y -al menos de vez en cuando- todos hemos sentido hacia ella. Por ser una serie que, incluso después de haber pasado por momentos difíciles, ha conseguido despedirse con una temporada estupenda. Por ser tan única en lo bueno y en lo malo. Por ser, en definitiva, Glee.