En la actualidad, Google ejerce esa doble postura huxley-orwelliana del material que es lícito consumir y rediseña una nueva sociedad de consumo adaptada a la realidad digital que gesta y domina. Este dominio se basa en absorber no sólo a la competencia empresarial, sino en fagocitar todo el contenido social que se genera en la red. El espejismo 2.0, que proyecta un paradigma de usuario prosumidor que consume y produce contenido, no deja de ser un tentáculo más del entorno de control de Google. Así, las reseñas y opiniones de usuarios, decisivas en entornos como Ebay Amazon, TripAdvisor o Booking, corren el riego de ser absorbidas por el sistema de Google Reseñas, potenciado por su programa Local Guides. Una base de datos todopoderosa y única que recoge la opinión global de la red como elemento orgánico. Una opinión que digiere, amasa, procesa y vende en forma de imagen única que pasa a ser imitada y consumida por la comunidad internauta global. Un proceso circular y cíclico que depura y asimila lo que ingiere y lo ofrece de nuevo como un tótem para una humanidad ávida de consumo de nuevos hábitos.
En un nuevo mundo en el que aparecen nuevas religiones, mitos y dogmas, Google se erige como agente de la creación absoluta, garante de lo que es válido y de lo que debe ser reprobado. Lo normal es adaptarse e integrarse es esta nueva tendencia. En ese caso, no se sienten las cadenas a las que se refería Luxemburgo. Para sentir las cadenas de control, basta con coger un smartphone con Android, crear una cuenta de Google y observar como el gran hermano digital es capaz de prever lo qué nos interesa, cómo pensamos qué compramos y cómo pensamos. Además, lo hará con una precisión terrorífica. alfonsovazquez.com ciberantropólogo