Bien abrigados salimos a buscar sensaciones calentitas en forma de aves
Javier Rico
El pasado sábado realizamos una ruta con familias de la asociación de madres y padres del colegio público El Greco de Villaverde. La excursión sufrió algunas bajas, posiblemente motivadas por el frío y el aire que nos acompañó. Una vez más, estas inclemencias, que se sobrellevan con buenas prendas de abrigo como bien demostraron el grupo que sí fue de la partida, no impidieron que se disfrutara de un muy fructífero paseo ornitológico. Al aumento de la temperatura contribuyeron una cigüeña blanca que apareció en pleno relato de la historia de nuestra mascota, Cigu; un martín pescador realizando vuelos rasantes sobre el Manzanares; y un bando de gorriones morunos entre la vegetación de la orilla del río.
Con el CEIPSO El Greco llevamos ya tres cursos de una relación muy estrecha, ya que más de 200 alumnos y alumnas nos han acompañado en varias salidas hasta las márgenes del río Manzanares, no sin antes detenernos en los jardines que rodean este centro escolar. Mitos, verdecillos, petirrojos, lavanderas blancas, verderones, mirlos comunes y gorriones molineros y comunes, entre otros, se dejan ver entre pinos, adelfas, boneteros y aligustres.
Uno de los momentos cumbres, el avistamiento del martín pescador
El otro día, junto a las familias del ampa El Greco, la salida desde esos mismos jardines “se calentó” con la presencia extremadamente confiada de cuatro jilgueros que no se apartaron de su reposo arbóreo ni siquiera con el tránsito bajo ellos de los peques y mayores que formábamos la comitiva de Aver Aves. Sobre nuestras cabezas también, pero mucho más arriba, no dejaban de transitar bandos deslabazados de gaviotas sombrías.
Explicando el método de autodefensa de este majuelo, que no solo de aves viven nuestras rutas
Durante el trayecto hasta el río Manzanares no dimos con otros habituales del entorno del colegio, como cernícalo vulgar, colirrojo tizón o carbonero común, pero la llegada al cauce nunca está exenta de escenas que vuelven a calentar el ambiente y el paseo. Gaviotas reidoras, palomas torcaces, cormoranes grandes, ánades azulones, gallinetas comunes, ruiseñores bastardos y mosquiteros comunes se encargan de esa reparadora ambientación.
Pero lo más grande vino con la parada para reponer fuerzas y continuar con la marcha. Un martín pescador, al que le detectamos su clásica percha recurrente sobre el río, se sintió incomodado con nuestra presencia y no cejaba de realizar vuelos rasantes de un lado a otro del cauce mostrándose como un pequeño y fugaz rayo azul sobre el lecho. Con la conclusión del bocata y de la siempre animosa historia de nuestra mascota Cigu, una cigüeña blanca de verdad quiso rematar el relato con un planeo en el cielo.
Muy atentos al bando de gorriones morunos situado a escasos metros
Llegábamos al final del recorrido cuando una nueva sorpresa ornitológica nos detuvo. ¿Qué era ese grupo de pequeñas aves y revoleteo inquieto que se movían entre zarzas y demás vegetación de ribera? ¿Gorriones comunes, molineros…? No, eran sus primos los morunos. Sus negros y marrones más consistentes y repartidos por el cuerpo les delataron. Como los jilgueros, a pesar del grupo que formábamos, se quedaron quietos, seguros entre el profuso e intrincado ramaje, a escasos metros de nuestra presencia. Fue una manera de recompensar a los/las valientes que decidieron que una mañana de frío y viento, pero con sol, era una buena oportunidad para conocer a sus vecinos con alas.
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Contacto: venteaveraves@gmail.com / 617 47 80 17