Gotemburgo 2021 - Parte 3: La soledad

Publicado el 03 febrero 2021 por Enprimerafila
A lo largo de esta semana alternamos la cobertura de los festivales de Gotemburgo y Rotterdam. En esta tercera crónica del festival sueco, una de las principales citas con el cine en los países nórdicos, nos acercamos a otra serie de películas que forman parte de sus diferentes secciones. En realidad, si repasamos la programación del Festival de Gotemburgo, hay varios títulos que pasaron por la Sección Oficial de la Mostra de Venecia. En nuestra crónica de hoy repasamos algunas de estas películas que estuvieron en el festival italiano y que ahora se pueden ver en Gotemburgo.

Competición Internacional

Seleccionada por Bosnia como su representante para el Oscar a Mejor Película Internacional, Quo Vadis, Aida? (Jasmila Žbanić, 2020) pasó también por la Sección Oficial de la Mostra de Venecia 2020, y está presente asimismo en el Festival de Rotterdam. La película abunda en un tema varias veces tratado por la directora, como por ejemplo en la ganadora del Oso de Oro del Festival de Berlín Grbavica. El silencio de Esma (Jasmila Žbanić, 2006). De alguna manera, la directora bosnia, que fue víctima en primera persona de la pesadilla de la guerra, ha decidido convertirse en voz de los supervivientes. Y en su última película lo hace de forma clara y contundente. Crónica de la masacre de Srebrenica, donde más de 8.000 ciudadanos de origen musulmán fueron asesinados bajo las órdenes de Ratko Mladić, el "carnicero de Bosnia", ante la pasividad de la ONU, que supuestamente estaba desplazada a la zona para garantizar su seguridad. Los esfuerzos de una mujer bosnia que trabaja como traductora para los mandos de la ONU, para evitar que su propia familia sea "liberada" hacia lo que sin embargo es un exterminio, es el centro del argumento. 

Con una interpretación emocionante de la actriz Jasna Djuricic, el espectador participa de la desesperación de esta madre que trata de salvar a su familia ante la inoperancia de la ONU, aquí de alguna forma ridiculizada frente a la arrogancia del Ejército de la República Srpska, comandada por Mladić. Cierto es que la película no tiene matices en la descripción de los personajes, y en este sentido puede ser maniquea y algo burda, pero también es cierto que nos resulta fácil aceptar el maniqueísmo en las películas sobre el nazismo mientras pedimos una mayor equidistancia cuando se trata de otros conflictos más recientes. Aunque durante mucho tiempo parecía exagerado hablar de genocidio en Srebrenica, finalmente se pudo calificar como lo que es. La directora adopta un punto de vista muy claro, una mirada llena de rabia que se transmite a la pantalla, a la representación de la indefensión y, sobre todo, de la incapacidad de la comunidad internacional para evitar una masacre. Es una película rotunda, necesaria para comprender el verdadero terror del genocidio, con un ritmo frenético que subraya la desesperación de la protagonista, y a la que quizás le sobra un epílogo que parece querer suavizar un final que hasta entonces nos deja petrificados. 

También en la Sección Oficial de Venecia estaban Queridos camaradas (Andrei Konchalovsky, 2020), que hemos comentado en nuestra primera crónica del Festival de Rotterdam, y Never gonna snow again (Małgorzata Szumowska, Michał Englert, 2020), que también representa a Polonia como candidata al Oscar a Mejor Film Internacional. El último proyecto de la directora polaca, conocida por títulos como Mug (Małgorzata Szumowska, 2018), y que el año pasado realizó un hermoso cortometraje, Nightwalk (Małgorzata Szumowska, 2020), para la marca de moda Miu Miu, se adentra en esta ocasión en una historia que tiene un cierto aire mágico a través de su personaje principal, un masajista nacido pocos días después del accidente de Chernobyl y dotado de ciertos poderes especiales, que trabaja como sanador del cuerpo (pero también del alma) en una urbanización de lujo. Hay una cierta sensación de extrañeza a lo largo de la película, un cierto toque de fantasía que nos remite especialmente a la película Under the skin (Jonathan Glazer, 2013).

La directora firma esta historia junto a su director de fotografía, Michał Englert, que ha trabajado con ella en casi toda su filmografía, como otorgándole el valor de una labor espléndida, una construcción de imágenes sugerentes, hermosas y llenas de ensoñación, especialmente en las escenas que recrean el mundo interior de los personajes. En realidad, no se explican muchas cosas sobre el personaje principal, y sobre todo en el tramo final los elementos mágicos acaban absorbiendo la narrativa tradicional, pero la película tiene en su conjunto un toque de cine fantástico, de universalidad en su propuesta, que la hacen la más asequible de las que ha realizado Małgorzata Szumowska hasta la fecha. A la que hay que alabar su capacidad para no estancarse en una forma concreta de hacer cine, sino ir abriendo nuevos caminos en cada proyecto. 

Otra de las películas candidatas a los Oscar, esta vez representando a Costa de Marfil, es Night of the kings (Philippe Lacôte, 2020), un espléndido ejercicio de tensión constante que en cierto modo reinterpreta "Las mil y unas noches", para convertir al protagonista en una especie de Sherezade que debe mantener vivo el interés de un relato durante toda una noche, y evitar así que los presos que gobiernan la prisión de La Maca acaben con su vida. De esta forma, el director convierte una película carcelaria en una propuesta diferente, que se construye sobre diferentes capas narrativas que mezcla con inteligencia. Y consigue introducir en un espacio cerrado algunas de las principales características de la tradición africana: creencias, supersticiones, leyendas, política, violencia... Esta capacidad de síntesis es el mayor éxito de una película que tiene una hermosa fotografía, así como una gran intensidad y contundencia en las imágenes.

Voyage

El director malayo Tsai Ming-Liang ha conseguido a lo largo de su breve filmografía algunos de los premios principales de los festivales más reconocidos, como el Oso de Plata en Berlín o el León de Oro en Venecia. Days (Tsai Ming-Liang, 2020) es su última película, que sigue en cierta manera una proceso de limpieza de un estilo cinematográfico que cada vez es más desnudo, pero también es cierto que cada vez más difícil de digerir. Al comienzo de esta historia de más de dos horas, se nos advierte que la película no contiene subtítulos como una decisión artística. De hecho, en realidad casi no hay diálogos y los que hay tampoco necesitan entenderse. Es uno de los elementos de los que se desprende el director, que no necesita de texto, y que rodó prácticamente sin guión, con un equipo reducido formado por él y su director de fotografía. 

Days está formado por largos planos estáticos que muestran la monotonía de la vida de los dos protagonistas, a los que conocemos, aunque en realidad habría que decir contemplamos. Uno de ellos es un hombre que sufre una dolencia en el cuello (que de hecho sufría el actor Lee Kang-Sheng realmente durante el rodaje), mientras que Non es un joven tailandés que se gana la vida como prostituto. Ambos se encuentran en una habitación de hotel donde el hombre es sometido a un masaje con final feliz, una escena larga, seductora pero que al mismo tiempo desprende una sensación de desolación, que sobrevuela toda la la historia. Son dos personajes solitarios en una de las secuencias eróticas más tristes que se han filmado. La película, al final, plantea na especie de proceso de sanación que no es solo física, sino también emocional. Tsai Ming-Liang comenzó con Stray dogs (2013) una huida de los convencionalismos narrativos, una tendencia hacia un cine cada vez más puro. 

Competición Nórdica

En la sección dedicada a las producciones de los países nórdicos participa la que quizás podría considerarse como una de las películas de 2020, que seguirá teniendo estela a lo largo de este año. Otra ronda (Thomas Vinterberg, 2020) consiguió los premios del Cine Europeo como Mejor Película, Dirección, Guión y Actor, y la Concha de Plata al Mejor Actor en el Festival de San Sebastián, además de ser la película que representa a Dinamarca entre las candidatas al Oscar a Mejor Film Internacional. Protagonizada por Mads Mikkelsen, plantea un dilema moral cuando cuatro profesores deciden poner en marcha una especie de experimento, en el que cada uno de ellos tiene que mantener una determinada tasa de alcohol constante en su cuerpo. O lo que es lo mismo, conseguir un estado de embriaguez que les permita la suficiente desinhibición como para mejorar su capacidad tanto profesional como personal.

El cuarteto de actores realiza un trabajo notable, pero sobre todo brilla Mads Mikkelsen con el personaje más rico emocionalmente, un tipo aburrido, que ha tirado la toalla, y que se agarra a este experimento para tratar de conseguir resucitar de su apatía vital. Cierto es que el tercer acto es algo moralista, sin llevar el planteamiento hasta sus últimas consecuencias. Pero también es verdad que en el propósito de la película está sobre todo proponer una salida al estado depresivo a partir de uno mismo, sin necesidad de elementos externos. Pero, sobre todo, Otra ronda está realizada con humor, con una humanidad que la convierten en un perfecto revulsivo cinematográfico. 

También desde Dinamarca se presenta Persona non grata (Lisa Jespersen, 2021), otra comedia dramática que acompaña a una joven escritora que ha tenido cierto éxito con un libro en el que relata su infancia en un pequeño pueblo. La protagonista prácticamente salió huyendo de una vida rural que para ella fue una pesadilla, sufriendo acoso por parte de una compañera del colegio. Cuando regresa para la boda de su hermano, comprueba que es esta misma compañera la que se va a convertir en su cuñada, y de alguna manera regresa a su memoria todo aquello que la hizo salir de su hogar. Pero también se da cuenta de que no es posible vivir constantemente en el pasado, que necesita madurar para entender que ya nada es como antes. 

La película utiliza bien sus herramientas para conformar una comedia de contraposición entre la vida en la ciudad y la vida en el campo, más tradicional. Pero en ambas hay una cierta necesidad de apariencia frente a los demás, una por tratar de encajar en una sociedad competitiva, y otra por evitar los comentarios de los vecinos. La directora y co-guionista maneja bien el ritmo de un tipo de comedia muy nórdica, esa que esconde tras el humor un contenido mucho más dramático, aunque no evita los lugares comunes de este tipo de contrapuntos: los habitantes de la ciudad son vegetarianos y algo idiotas, mientras que los rurales son más rústicos pero tienen buen corazón.  

Competición Ingmar Bergman

En el drama chino Mama (Li Dongmei, 2020) la realizadora debutante hace un homenaje a su madre, pero también a la vida en una pequeña aldea cuando era niña. En este caso no hay reproches, sino una cierta nostalgia que se representa en la descripción de siete días en la cotidianeidad lánguida de su familia, cuando ella tenía solo 12 años, y en la pérdida del eje fundamental de este núcleo familiar. La madre es, por tanto, la que mantiene esta vida familiar ante la ausencia del padre, que se encuentra lejos trabajando. Y hay detalles que son interesantes en esta sucesión de momentos de la infancia, retratados con esmero y con la participación de los habitantes de esta aldea, lo que aporta una naturalidad casi de documental. El problema es que en el desarrollo de esta larga película de más de dos horas en el que asistimos al nacimiento y a la muerte hay, sin embargo, una cierta distancia (la cámara siempre alejada) que nos impide participar como espectadores más allá de la mera observación.  

También hay una contraposición entre la vida tradicional de un pequeño pueblo pesquero y la llegada de un joven escultor con mentalidad de ciudad en la producción de Bangladesh The salt in our waters (Rezwan Shahriar Sumit, 2020). El director debutante consiguió una beca de Berlinale Talents en 2008 gracias a un documental que realizó con la cámara de un amigo, y ha estudiado cine en Nueva York, donde actualmente reside. Por tanto, su formación cinematográfica es más occidental, lo que se nota en su mirada inquieta hacia su propia tierra. 

El enfrentamiento que provoca la llegada de este escultor, al que el presidente de la comunidad de pescadores acusa de ser el responsable de la falta de pesca por su creación de imágenes que molestan a Alá, es la base principal de esta historia en la que se contraponen ciertas tradiciones basadas en la religión como caldo de cultivo para la ignorancia y el control de las personas. En este sentido, la película se desarrolla por un camino que resulta ya conocido, y que aquí se hace algo maniqueo. Pero el director tiene una capacidad especial para extraer la belleza del entorno, para componer planos que resultan hipnóticos. Y acaba siendo una películas muy bella en lo superficial pero poco certera en lo narrativo.   

Focus: Social Distance

El reconocido fotógrafo inglés Alistair Morrison decidió enfrentarse al confinamiento haciendo todo lo contrario a lo que teóricamente implica. En vez de aislarse, aprovechó para conectar con más personas a través de su ordenador en el estudio en el que trabaja. Así surgió el proyecto Time to pause (Alistair Morrison, 2020), que consistía en realizar fotografías a 1000 personas a través de la pantalla de su ordenador. Y al mismo tiempo mantener conversaciones con ellos y ellas en torno a lo que suponía este aislamiento debido a una enfermedad como el coronavirus. Estas fotografías son un proyecto de exposición, pero también se recogen en este documental que en cierta manera es una presentación del proyecto. Esta necesidad de evitar el aislamiento a través de la conexión constante con otras personas es la idea más interesante de esta propuesta. 

Como documental, de alguna manera resulta casi una mirada que acaba siendo efímera, que va construyendo un desarrollo paulatino en torno a quienes se han estado enfrentado a esta enfermedad como pacientes o como médicos. Y también se recoge el testimonio de quienes han visto cómo la enfermedad ha provocado la muerte de sus allegados. Aunque es un recorrido que no plantea un acercamiento diferente al que hemos visto en otros documentales sobre el tema, contiene una mirada humana, una vitalidad emocional que acaba siendo su mayor virtud. Como curiosidad, en este proyecto fotográfico-documental participan algunos reconocidos actores y actrices como David Suchet o Brian Cox. 

Otra ronda se estrena en España el 9 de abril.